El recién nombrado superintendente de la policía, Héctor Pesquera, ha señalado que el caso de Lorenzo tiene prioridad bajo su administración. Después de dos años del asesinato, las autoridades siguen diciendo que saben quién fue el asesino pero que todavía faltan pruebas para demostrarlo "del todo". Vamos, para el beneficio de nuestros lectores, podemos traducir la cosa como "el caso de Lorenzo se resolvería si el asesino o asesina confesara haber cometido el crimen y demostrara sin lugar a dudas su propia culpabilidad".
Por tanto, esperamos que Lorenzo no se haya suicidado porque de haberlo hecho nunca lo sabremos porque un muerto no puede confesar... que sepamos nosotros. Quizá la solución de este caso radique en las técnicas investigativas y judiciales de la Inquisición Española. Según el código judicial de Torquemada, quien dirigiera el Santo Oficio en sus momentos de mayor efectividad, la solución sería torturar y matar a todos los involucrados, es decir, al padre, a la madre, a las hermanas, a todos los que estuvieron en esa casa ese día, y punto. Así el verdadero asesino o asesina no escaparía.
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