El presidente dijo ayer estar a favor de los matrimonios de homosexuales. Señaló que hasta hace poco creía que las uniones civiles eran suficiente para los homosexuales pero que luego de ver a sus hijas jugando con los hijos de parejas homosexuales que trabajan en la Casa Blanca se dio cuenta de que no existían motivos razonables para que los homosexuales siguieran siendo ciudadanos de segunda por no poder casarse como cualquier otro ciudadano más.
Los analistas políticos le han dado muchas vueltas a las palabras de Obama, tomando en cuenta que sólo quedan unos meses para las elecciones. La pregunta se centra en si sus declaraciones le ayudarán o le perjudicarán para ser reelegido. Y que todo es parte de la campaña, que su administración ha calculado friamente las consecuencias de la declaración y estima que por lo menos no le quitará votos.
Nosotros en El Coquí Cojo tenemos una explicación mucho más sencilla, mucho más humana. Es nuestra experiencia que cuando alguien anima a los demás a contraer matrimonio es que son desgraciados en el suyo y pretenden consolarse viendo el número de víctimas como él o ella multiplicarse a su alrededor...
Según la inmensa mayoría de casados, los homosexuales que tomaron las palabras del presidente como beneficiosas por la igualdad de derechos no saben bien en lo que se están metiendo. Según Ramira Concepción, una de nuestras lectoras, casada por los últimos 50 años, "el derecho al matrimonio es equivalente al derecho de estar desnudos y condimentados junto a un dragón que no ha comido en mil años y que está a punto de despertar...".
Es equivalente a los que defienden el matrimonio de los curas católicos, que la razón que les impulsa a ello no es que los curas sean felices con mujeres a su lado y que puedan tener hijos de una manera legal al menos, es porque no soportan ver a los hombres de sotana tan felices, tranquilos y contentos...
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