Nuestra ambivalencia nacional con los alcaldes

Entre las curiosidades de nuestro pueblo está la ambivalencia que demostramos ante nuestros alcaldes. Por un lado pensamos que tener 78 alcaldes es demasiado para una isla tan pequeña, pero nunca damos el paso para reestructurar el sistema, en buena parte porque pensamos que los alcaldes son simplemente cruciales para el bienestar municipal. Sin embargo cada vez que hay una vacante, ya sea por renuncia debida a la corrupción, fallecimiento, etc., nunca sabemos a quién poner en la silla. Por un lado saldrán buscando el puesto los segundones del municipio, o los hijos del fallecido como si se tratara de una monarquía municipal, o se le pedirá a un pelotero o baloncelista retirado que se postule al cargo.

Tenemos tantos alcaldes y séquitos debajos de ellos que un enorme pedazo del presupuesto municipal termina gastado en la nómina de cada alcaldía. Si los alcaldes son tan importantes, ¿cómo pensamos que alguien sin experiencia en el servicio público o sin experiencia administrativa puede ocupar el cargo? Y si son tan importantes los alcaldes, ¿por qué tenemos un sistema en el que los convertimos en verdaderos limosneros del gobierno central?

Exhortamos a estos representantes y senadores que se aburren sin hacer nada en sus oficinas que presenten un proyecto de ley por el que se defina una nueva unidad territorial, a manera de los condados americanos, de forma que cada condado aglutine a 5 ó 6 municipios y pasemos a tener de 12 a 15 alcaldes para toda la isla... ¿No estamos en crisis? Pues haber si hacemos algo... Y que los alcaldes tengan unos requisitos básicos en gerencia social, en administración pública... que sea gente preparada por favor.