Hace unos días Santini decía ante los medios de comunicación que la única manera de reducir el crimen era acabar con la impunidad de los delincuentes y criminales... y hoy dice que la sentencia a Edgar Santana, quien fue encontrado culpable de 18 casos de soborno, es una tragedia de la que nadie se deba alegrar.
Lo que hubiera sido una tragedia hubiera sido que Santana hubiera salido inocente... El caso de Santana era tan obvio que ni siquiera todas las presiones y artimañas que los gobiernos y abogados de la defensa pudieron sacarle a flote.
Santini es como tantos otros políticos: un hombre falto de ecuanimidad, que cambia de criterio según lo indiquen las circunstancias. Es realmente extraordinario ver cómo por un lado pretende imponer un código de conducta a los sanjuaneros y por otro nos da demostraciones del comportamiento más barriobajero que podamos imaginarnos.
Los que defienden a Santini basan sus argumentos en las cosas que ha hecho por San Juan, que tampoco creemos tantas dado el presupuesto de la ciudad. Sin embargo, estemos de acuerdo o no, esperamos que incluso sus más aférrimos defensores puedan apreciar el carácter chaquetero de este hombre con sus señalamientos. Si alguien piensa que sus manifestaciones de hoy no hubiesen sido distintas de haber sido Santana popular, debe mirarse al espejo un buen rato.
Nos alegramos inmensamente de que Santana termine en la cárcel y esperamos que sirva de ejemplo a los demás, que sepan que la cárcel les espera si pretenden enriquecerse ilegalmente.
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