Las cuatro organizaciones de los policías están aconsejando a los uniformados a llevar a cabo jornadas de brazos caídos. Como la policía no puede irse a la huelga, las jornadas de brazos caídos es el único recurso que les queda para demsotrar abiertamente su rechazo al ajuste salarial. Para que los uniformados puedan justificar su ausencia en el trabajo sólo les queda conseguir certificados médicos que indiquen cualquier dolencia, o estado anímico adverso para el cumplimiento de sus tareas. Obviamente, el caso en el que muchos policías presentaran dichas razones médicas en un plazo de tiempo reducido implicaría de inmediato una investigación por fraude. Sin embargo, las cuatro organizaciones de la policía han prometido a su membresía que los defenderán en caso de que eso suceda.
En fin, que así responderá la policía al descubrimiento de que trabajan para un pillo, el gobierno, quien prometiéndoles un aumento de sueldo (ya concertado hace mucho y nunca cumplido) lo que ha hecho ha sido un ajuste salarial que en la mayoría de los casos anuló el aumento esperado. Hay casos para todo, policías que verán un pequeño bajón en el salario, los que se quedarán igual y los que lo verán aumentado.
Así que ante la pillería del gobierno, la policía responderá con un chantage: jornadas de brazos caídos. Al igual que cuando un sindicato se va a la huelga lo que se espera es que la ausencia de trabajadores en sus lugares de trabajo signifique la paralización de los mismos, la policía espera que se sienta su ausencia... lo que se demostraría con un incremento en la criminalidad. Sonará paradójico, pero la policía espera la ayuda de los delincuentes y criminales... y como al fin y al cabo se conocen, no creemos que no la obtengan...
Si las cosas salen como esperan, nos tememos que las navidades no serán muy navideñas que digamos. La situación es realmente extraordinaria y refleja, según nuestra opinión, que el crimen sí paga en nuestro país. Cuando la policía se refugia en prácticas delictivas (chantage y soborno al gobierno y a la ciudadanía) para conseguir sus aspiraciones (justas, por cierto) ante un gobierno que no escatima engaños y acuerdos rotos, no tenemos más alternativa que ponernos a rezar y no salir de casa, y poner una segunda línea de rejas en las marquesinas y balcones, y quizá rejas que aislen los dormitorios al resto de la casa, y comprar un par de pitbulls asesinos e ilegales y dejarlos a sus anchas en el patio, y tener cuatro o cinco potes de spray pimienta, y tener un revólver bajo la almohada (sea con o sin licencia de portar armas), y nunca deshacerse del carro viejo y sin valor para los pillos, e impedir que los hijos salgan de casa (aunque para ello haya que comprar tres consolas de video juegos), y no comprarles el último modelo de celular (para protegerlos de asaltos y quien sabe qué más), y nunca alardear de nada de lo que se tiene o se consiga en la vida, pasar inadvertido lo más posible, no fiarse de absolutamente nadie (aunque lleve uniforme), no responder cuando alguien hace una locura en la carretera, ir poco al cine, ir poco a la playa, y según parece desde ayer, no asistir a la oficina del desempleo...
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