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Jul 7, 2011

Entrevista con Emilio Díaz Colón, nuevo superintendente de la policía

- Buenos días, antes de nada felicitaciones por haber sido elegido a Superintendente de la policía. ¿Cómo lo ha conseguido?

- Cuando estaba en la Guardia Nacional le hice muchos favores al partido del PNP. Así que me debían muchos favores y este ha sido el puesto que he conseguido a cambio. Ahora el PNP y yo estamos a la par.

- Hay polémica en cuanto a su antecesor, Figueroa Sancha, en cuanto a si fue “renunciado” o renunció por sí mismo. ¿Usted sabe algo al respecto?

- Es obvio que le echaron, ya el hombre no era muy popular, recibía muchas quejas y críticas, era hora de cambiar. Lo que sucede es que la administración prefiere decir que Figueroa Sancha renunció ya que decir que lo echaron significa que se equivocaron al ponerlo en el cargo.

- Y usted ha dicho ante los medios que no va a hacer grandes cambios de la política de su antecesor. ¿Nos podía explicar esto?

- Mire usted, yo ya estoy bastante viejo, yo no quiero trabajar demasiado. Lo único que voy a hacer es intentar recuperar la confianza de los policías en su superintendente, que fue uno de los problemas de Figueroa Sancha.

- ¿Nos podía ampliar en este punto?

- Pues claro que sí. Mi antecesor pretendió que los policías trabajaran y arriesgaran la vida, y eso nadie lo va a hacer. Además trató de imponer alguna relación entre la eficacia en la disminución de la tasa de crímenes y la paga, lo que también es un grave error. Lo que quieren los policías es venir al trabajo, pasear en sus patrullas con los biombos prendidos para evitar cualquier problema con los pillos, hacer un fracatán de horas extras, e irse a casa a pasarla bien. Con las horas extras, todo policía puede pasar de los $100,000 pesos de sueldo anuales. Además, si pueden recoger un poco de dinero del negocio de las drogas ya sea haciendo la vista larga, o incluso protegiendo a los que venden y compran, entonces mucho mejor. Yo les entiendo, estoy seguro que la relación entre mi oficina y los policías mejorará un montón, al punto que no habrá gobierno que se atreva a “renunciarme”.

- Bueno, así que nos podría decir en qué piensa será un día de trabajo típico para usted.

- Muy fácil. Primero llegaré a la oficina a eso de las 11:30 AM cuando ya no tenga que coger tapones. Llegaré a mi oficina, le preguntaré a mi secretaria por los mensajes recibidos y le diré que se encargue de ellos. Luego me iré a almorzar con un grupo de policías a un buen restaurante, y les invitaré al almuerzo con el dinero del gobierno. Será un almuerzo de unas dos horas, y después iré a alguna reunión con algún otro grupo de policías para jugar varias partidas al dominó mientras hablamos de los problemas del país. Y luego de regreso a mi oficina, preguntarle a mi secretaria por los mensajes recibidos durante el día y que se encargue ella de ellos. Y a casa a eso de las 4 de la tarde. Y así por unos 8 años y luego me retiro con tremenda pensión.

- ¿Y qué pasa con la situación de criminalidad del país?

- Eso no hay quien lo arregle. Sólo hay que dejar que se maten los unos a los otros. No se puede hacer nada. La uniformada me lo agradecerá siempre, y cuando me retire, seguiré jugando al dominó con ellos.

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