Cuidado a quien nombramos "héroe nacional"

El caso de Piculín es un reflejo perfecto de cómo nos hemos convertido en un narcoestado. Las ganancias que proporciona el mercado de las drogas son tan brutales, que incluso los considerados “héroes nacionales” están dispuestos a correr el riesgo de tirar por la borda todo lo que representan para sus compatriotas. Es obvio que Piculín sabía a lo que se exponía desde el primer minuto, pero la rentabilidad que le prometieron simplemente por plantar marihuana era demasiado tentadora para no hacerlo.

Es una pena que después de tan poco tiempo en el que el país entero celebraba hasta la saciedad el triunfo de José Juan Barea, nos haya caído esta triste noticia. Barea se ha convertido en un héroe (por lo que se espera de él un comportamiento perfecto de ahora en adelante) y Piculín deja de serlo. Pero la situación no es simétrica, desafortunadamente, ya que el caso Piculín de alguna manera salpica a Barea porque nos obliga a no poner muchas esperanzas en Barea. En otras palabras, nos obliga a no considerar a Barea como un héroe, ya que no nos podemos fiar ni siquiera de los héroes. Sólo cuando Barea fallezca, que esperamos pase dentro de muchísimos años, podremos considerarlo un héroe, cuando no haya posibilidad alguna que “la cague”.

El problema de ponerle la etiqueta de “héroe” a alguien es que de ahí en adelante es mucho más probable que destruya lo conseguido que añada al “cargo”. Ponerle a alguien el título de héroe es darle una responsabilidad enorme, y sabemos por experiencia que son muchos los que han caído.

Por otro lado, un país como el nuestro, que está pasando por la peor crisis social de su historia, necesita héroes que sirvan de ejemplo a nuestra juventud. Y lo más tentador para hacer esto es identificar deportistas por nuestro amor nacional hacia los deportes. No es lo mismo nombrar como héroe a un médico, por ejemplo. Sería totalmente inútil como ejemplo verdaderamente carismático poner a un médico (y mucho menos a un abogado) como héroe.

Una heroína (y no nos referimos a la droga!) que debemos fomentar hasta la saciedad sabiendo que las probabilidades que caiga son prácticamente nulas es a Sonia Sotomayor, jueza del Tribunal Supremo de los EE.UU. Dudamos muchísimo que Sonia se dedique al cultivo de la marihuana (al menos no hasta que legalicen la marihuana). Si Sonia promueve la ley de legalizar la marihuana, deberíamos empezar a sospechar de ella inmediatamente…

Obviamente ninguno de nuestros políticos sirven de héroes… La cosa es muy difícil. Con muy pocas excepciones, sólo los deportistas parecen tener posibilidad alguna de ser considerados héroes… Bueno, también los artistas, especialmente los cantantes por alguna razón… Jennifer López es una gran candidata a ejemplo a seguir por nuestra juventud, siempre y cuando no salga el video sexual de su primer matrimonio (la verdad es que su primer marido ha demostrado ser un hijo de xxxx). Un “héroe” que debemos revivir es a Raúl Juliá, uno de nuestros mejores actores, de relevancia internacional, con una vida llena de contribuciones sociales (recordemos la película de El beso de la mujer araña… una verdadera obra de arte).

En fin, recomendamos no ponerle la etiqueta de héroe a nadie a menos que sobrepase los 80 años de edad o que esté muerto.

¡Viva Roberto Clemente! Curiosamente la figura de Clemente no ha sido realmente conocida en toda su envergadura por nuestro pueblo. Roberto fue un gran defensor de los derechos civiles, cooperando con personalidades como Martin Luther King. Deberíamos revivir la figura de Clemente en todas sus facetas. Es una asignatura pendiente que tenemos.