Mi vida es un recorrido entre pozos oscuros. Muy pronto en mi vida fueron mis padres los que me dejaron caer a uno muy profundo, y lo peor fue que me di cuenta, supe que fueron ellos, supe cuán negro era aquel pozo, y era tan estrecho que cada vez que me movía me daba un golpe contra las paredes, y ahora he descubierto que las paredes también me pegaban sin que fuera necesario que me moviera. Aquel pozo duró cuatro años, cuatro años de sentirme atrapado por los demás. Tan poco he vivido fuera de los pozos, que realmente no tengo muchos recuerdos que me proporcionen una argolla en la pared a la que aferrarme. Muy pocos saben los pozos donde he estado porque no pueden verlos, ni tampoco pueden saber cuán profundos han sido y son, aunque se asomaran a mis pozos, no entenderían por qué no se ven los fondos. El pozo más profundo quizá es en el que vivo ahora. Es el pozo del entender, del darse cuenta de haber vivido una vida triste yendo de pozo en pozo. Ahora me puedo ver en ellos, puedo revivir el dolor que he sentido a lo largo de casi toda mi vida. Sé que el pozo en el que estoy es muy doloroso, en el que revivo mi vida en los otros pozos. Sin embargo, es un pozo que a momentos me hace entender que mientras no aspire a vivir, no se hará más oscuro de lo que es ahora. Es el consuelo de vivir en el pozo menos peligroso, aunque sea muy triste. En este pozo hay muchos recuerdos, y con ellos puedo ver, por primera vez en mi vida, la tristeza de mis pozos. Puedo verme en mi pozo rodeado de pozos por todas partes, muchos de ellos de profundidades abisales. Desde este pozo en el que me encuentro puedo ver cómo los pozos de mi vida se hacen cada vez más hondos, a medida que los recuerdos, por ínfimos que sean, van sacando cubos de heces podridas, la condición humana de la miseria que casi nadie logra reconocer cuando uno camina a su lado. Ahora sé que dios nunca ha sido justo, simplemente porque nos ve tan poca cosa que le es imposible la comprensión de nuestro dolor como nosotros somos incapaces de entender el dolor que siente una hormiga. ¿Es el dolor humano importante para dios? Claro que no, esta es la verdad humana. No sé si merecerá la pena vivir para sufrir el próximo pozo al que me caiga, o al que alguien anónimo me tire.
Querido lector:
El Coquí Cojo te da la bienvenida y espera que pases un rato agradable leyendo nuestras tonterías. Nuestro objetivo principal es el informarte, de una manera jocosa pero ilustrativa, de lo que sucede en nuestro querido terruño. No nos cabe duda alguna que nuestra islita es el epicentro de lo absurdo, y que superamos las más altas cotas del realismo mágico. Nuestros segmentos están basados en noticias reales que afligen a nuestra sociedad. Obviamente, para conseguir lo que consideramos jocoso, pondremos palabras ficticias a personajes reales, aunque en la mayoría de los casos no nos sorprendería en absoluto que las hubiesen dicho. El lector también podrá disfrutar de noticias totalmente falsas; la labor que tiene el lector es averiguar cúales son, tarea que a simple vista pareciera sencilla pero que a veces, debido a nuestra realidad surrealista, no lo será tanto.
Para enviar algún comentario, pulse el título de la noticia que desea comentar y se abrirá una página donde usted podrá escribir su comentario. Todo comentario es anónimo excepto si el autor del mismo decide incluir su nombre como parte del contenido del comentario. También puede subscribirse como un "follower", que es algo así como "fanático del blog" o "lector compulsivo" de El Coquí Cojo. Gracias.
3 comments:
¿Qué le pasa al CC? No es el tono al que nos tienes acostumbrados. Ánimo.
Como el verso famoso de Bécquer: "por un pozo, yo no sé cuanto diera por un pozo"... ah, no, era "beso" y no "pozo", ¡tremenda diferencia! Parece que el poema sería: "a un profundo pozo / cayó el coquí cojo / con muletas y todo". De ahora en adelante pensamos incluir "segmentos literarios". A ver cómo va.
Ah bueno, pues adelante.
Post a Comment