En El Nuevo Día de hoy, 26 de septiembre, aparece una noticia sobre la falta de médicos especialistas en nuestra isla. El artículo está bien escrito y da una buena idea del problema desde la perspectiva de algunos ejemplos representativos. La deficiencia del artículo consiste que sólo ofrece la perspectiva de los médicos, no de los pacientes. El Coquí Cojo ha entrevistado a un número nutrido de éstos y según ellos los especialistas deberían quedarse en la isla porque aquí disfrutan de unos privilegios que no tienen en EE.UU:
1.- Aquí pueden dejar a los pacientes esperando 7 u 8 horas sentados en la sala de espera sin atenderles. Este fenómeno tiene lugar en el 96% de los consultorios privados del país. Sin lugar a dudas, esta vejación al paciente repercute en la autoestima de los médicos que se sienten así muy importantes, como reyes entre vasallos.
2.- El prestigio social de la figura del médico es muchísimo más alto en nuestro país que en EE.UU. Según una paciente entrevistada: “Aquí en Puerto Rico se idolatra a los médicos, como si fueran dioses recién bajados de los cielos”. Otro paciente declaró: “Para que un médico te atienda decentemente tienes que alabar todo lo que hace, al entrar en su oficina tienes que hablar de lo hermosos que son sus hijos al ver la foto familiar sobre su escritorio, y que no se te olvide decir algo así como cuánto te gustaría que tus hijos fueran tan inteligentes como él o ella”. Nada de esto lo tendrán en EE.UU., allí nadie les dirá cosas así.
3.- Cuando requieren servicios de mecánica, papeleos de asuntos del gobierno, etc., se les da una pleitesía impresionante, y no es sorprendente que se les permita colarse en las filas, ni que sus carros salgan arreglados mucho antes. Allí en EE.UU. en cuanto le vean la mancha de plátano les da igual si es médico o presidente de Estados Unidos.
4.- Todo el mundo se desvive por ellos ya que dependerá de ello que atiendan a los viejitos en la familia con un poco más de interés, sin dejarles morir cuando los beneficios del seguro vaya menguando.
5.- Si trabaja en un hospital, el médico puertorriqueño puede irse cuando quiera y dejar a un residente para que atienda a los pacientes. Según un paciente que parecía muy seguro de lo que decía: “El residente no dudará en cubrirle con alguna mentira, como que está atendiendo una emergencia cuando está cenando con el chillo o la chilla”.
6.- En cuanto llega a un restaurante o cualquier lugar público, sólo tendrá que identificarse como médico para que le rindan pleitesía. Allí en EE.UU. sólo será un cliente más del establecimiento.
7.- Cualquiera que sea su sexo, el doctor o doctora tendrá mucha gente interesada en irse a la cama con ellos o ellas sin el más mínimo pudor con la esperanza que le haga regalos, dádivas, e incluso se divorcien por ellos o ellas. En EE.UU. no lo tienen tan fácil porque allí existen muchas otras profesiones que compiten en este renglón.
8.- Y no olvidemos los regalos en Navidad, especialmente si tienen consultorios en los pueblos de las montañas, allí los pacientes le llenarán el consultorio de frutas, viandas, productos cárnicos de toda especie, botellas de ron cañita y ponche. En EE.UU. es posible que tengan incluso que trabajar durante fechas tan señaladas, ¡qué pena!
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