José Antonio Vega ha sido la última víctima de la policía. Como si no tuviéramos bastante con las tasas de criminalidad, con los casi 1,000 asesinatos anuales, ahora nos tenemos que cuidar de la policía también. Según testigos, José trataba de ayudar a la policía. De ser cierto, la enseñanza de los eventos es clara: no ayudes a los uniformados si existe la más mínima posibilidad de que te peguen un tiro.
Nos imaginamos que ahora la policía ya ha preparado su estrategia para 1.- culpar a la víctima, que no dejó claro que él no estaba en el lado de los criminales, 2.- que tratemos de ponernos en el lugar de un policía que responde a un asalto en progreso y teme por su vida, no hay tiempo de hacer preguntas en momentos así, 3.- “preparar bien” entre sí los testimonios de todos los policías que se encontraban en el lugar para que no haya hilos sueltos, 4.- y el más feo de todos, tratar de intimidar de algún modo a los civiles que pretenden atestiguar, ya sea para que digan lo que ellos quieren, que digan que no están seguros de los hechos, o simplemente que se callen.
Por tanto, El Coquí Cojo te recomienda que en caso que oigas un tiro (y no te haya dado) simplemente te escondas en el rincón más cercano que tengas, te agaches y no salgas en dos horas. Si oyes las sirenas de la policía, ni se te ocurra salir de tu escondite. Quédate tranquilo, piensa en lo que tienes que hacer al día siguiente, olvida lo que tenías que hacer en ese momento, ya lo podrás hacer en otra ocasión.
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