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Jun 22, 2011

El caso Barea

La ola de entusiasmo que se ha producido a raíz del campeonato de la NBA en torno a Barea se ha convertido en un verdadero tsunami que a nuestro juicio demuestra lo necesitado que está nuestro pueblo de un héroe. Es realmente un fenómeno para pensar. Por un lado tenemos a un jugador que a pesar de no ser uno de los titulares en el equipo de Dallas, se ha ganado el respeto de todos debido a que su importancia en el equipo ha ido creciendo según transcurría la serie final.

El fenómeno Barea es extraordinario porque representa el poder infinito de superación del ser humano. Con un cuerpo cuyas dimensiones y fortaleza no parece corresponder a las de la mayoría de jugadores de la NBA, Barea ha contribuido significativamente a la victoria de su equipo. En la cosmovisión de los boricuas, Barea responde al ejemplo que todos queremos imitar: alguien que se supera a sí mismo y consigue triunfar a pesar de sus aparentes limitaciones y obvias adversidades.

Sin embargo, no hay duda que Barea toca la fibra de nuestro pueblo debido a la caótica y desesperante realidad social en la que vivimos. Barea es un punto de luz dentro de la oscura noche que atravesamos. Las preguntas que nos hacemos todos, aunque no nos demos cuenta de ello, son: ¿por qué no hay más Bareas en PR? ¿Qué nos ha pasado? ¿Cómo hemos llegado a esta triste realidad social? ¿Cómo podríamos imitarle?

Este complejo de inferioridad que nos persigue como pueblo se debe en mayor parte al hecho de que nunca hemos sido una nación independiente. Y con la realidad que nos circunda, una realidad de intensa descomposición social, el caso Barea nos recuerda que PR era un país donde vivir merecía la pena. El caso Barea afianza la triste idea que para triunfar, hay que irse de Puerto Rico. Lo que hace de Barea un héroe es que no se ha olvidado de su pueblo, que es un muchacho que no concibe olvidarse de su gente.

Todos estamos genuinamente contentos por él. Se le quiere, pero siempre como consecuencia de su propia puertorriqueñeidad.

No es raro que cuando cosas así pasan, sean muchos los que quieren subirse al tren del héroe para que de alguna manera los demás los identifiquen con el héroe, con el espíritu nacional que representa. De ahí las innumerables felicitaciones que Barea ha recibido de gente famosa como cantantes, políticos, actores, etc. Ningún famoso puede dejar pasar la oportunidad de airear su puertorriqueñeidad a través de esta circunstancia.

Obviamente, un buen número de felicitaciones tienen agendas ocultas, especialmente las de los políticos, que identificándose con Barea pretenden caerle bien a sus votantes. Sin embargo, si algo tiene bueno nuestro pueblo es lo genuino de sus sentimientos cuando se trata de los deportistas. El deporte es el bastión que nos queda con un fuerte ingrediente o sentimiento de nación.

La pregunta que nos hacemos es ¿por qué no podemos ampliar este sentimiento nacional a otras áreas de nuestras vidas? Para comenzar a revertir el proceso de desintegración social que ya dura décadas debemos cultivar ese sentimiento nacional, ese sentimiento de propiedad de lo nuestro y trasladarlo a todas las facetas del cotidiano vivir. Debemos inculcar en nuestra juventud que Puerto Rico nos pertenece a nosotros, que somos los puertorriqueños los únicos que podemos vencer nuestras circunstancias actuales. Tenemos que trasladar ese sentimiento colectivo que desplegamos orgullosos en los deportes a nuestra realidad cotidiana.

Por ejemplo, debemos convencernos de que las carreteras son nuestras, las playas son nuestras, los parques son nuestros, las urbanizaciones son nuestras, los monumentos son nuestros… que nuestro comportamiento afecta a los demás, que nuestras frustraciones individuales son en realidad colectivas, y que por ello nos corresponde a todos superarlas.

El espíritu individualista americano nos ha hecho mucho daño. Nuestra admiración por Barea descansa, en su recóndito origen, en que intuimos en nuestro interior que la mayoría de nosotros no hubiéramos hecho lo que Barea ha hecho: compartir su triunfo con su pueblo porque está consciente que la semilla de su éxito creció gracias a mucha gente que le apoyó cuando era un desconocido, cuando era sólo un soñador. Barea representa el Puerto Rico de antes, el Puerto Rico donde éramos todos uno solo.

Nos alegramos mucho por Barea. Ojalá podamos llevar un Barea dentro de cada uno de nosotros, y que recordemos siempre que Barea nunca ha sido un jugador individual. Barea es un jugador de equipo, un jugador que sabe sacrificarse para el bien del equipo. Y agradecemos a Barea que tenga ese amor por su país, que genuinamente quiera compartir su triunfo con su gente.

1 comment:

Anonymous said...

Although I am happy for Barea, and his accomplishment it saddens me the lack of priorities in PR. We need to user our Puerto Rican Pride for other things that do not involve celebrations, music, or drinking. What is it going to take for PR to wake up and realize that pride can't take you anywhere if you don't use it to take the island back from the narcs? We need to celebrate the life of the woman who died along her two kids because she stood up for them against the guy selling drugs in front of her house. Where is her parade? Where is her celebration?