Muchos creen que no se debería protestar al paso de Obama. Que echemos bajo la alfombra todos nuestros problemas y maquillemos todo lo que Obama pueda ver en su recorrido. Que no hablemos de problemas con el presidente. La verdad del asunto desde nuestro punto de vista es que no importa que se proteste o no ya que nada hará Obama por nosotros. Las ayudas federales que existen continuarán (quizá continuarán menguando por la situación económica general) sin que hagamos nada. La triste realidad es que las ayudas no ayudan tanto, no ayudan como deberían dada la corrupción rampante que tenemos. A más ayudas, mayor corrupción. Si algo tiene una gran capacidad de adaptarse a las circunstancias es la corrupción. La corrupción genera proyectos faraónicos como fue el tren urbano y ahora es el gasoducto.
Realmente da igual si se protesta o no. La visita de Obama no tiene como objetivo mejorar la vida de los puertorriqueños. Esto es obvio. Quizá el efecto Obama sí repercuta un poco en una mejoría del turismo ya que las imágenes se verán en todo EEUU, lo que quizá inspire a unos miles de americanos a venir a conocernos después. Lo que sí sería de gran repercusión en el sector turístico sería que Obama viniera con su familia de vacaciones. Eso sí que repercutiría mucho.
Da igual que protestemos o no. Aquellos que creen que sería bueno que Obama conociera nuestros problemas, que no se preocupen, él ya los conoce. Sabe muy bien la descomposición social de nuestro país, de la criminalidad, de la falta de medios en general, del estado de nuestros centros hospitalarios, de la tasa de desempleo, el asunto de gasoducto, de la destrucción de la UPR, etc. Él ya conoce todo esto. Incluso sabrá mucho más de lo que sabemos nosotros mismos.
Es posible que prometa algo en su discurso, pero de ahí a que realmente se haga algo, es harina de otro costal. Como dice el refrán: del dicho al hecho hay un gran trecho…
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