Nuestro gobierno, guarida de piratas

El caso de Richard Roark Annunziato es extremadamente interesante porque desvela lo que realmente ocurre en nuestro gobierno, o mejor dicho, guarida de piratas. El desvelamiento del chanchullo ha hecho que todos los involucrados estén intentando salvarse, y en el corre corre, cada vez aparecen más cucarachas.

Unos se defienden diciendo que el tal Roark no incluyó en el papeleo que había sido acusado de fraude por los tribunales federales, tratándonos de hacer pensar que no le hubieran contratado de haberlo sabido, cuando posiblemente haya sido una de sus mejores “destrezas” para quien lo contrató. Eso de haber sido acusado por los federales y haber salido intacto tiene gran mérito en la guarida de piratas…

Y no digamos eso de ganar $7,000 mensuales sin hacer nada… otro gran mérito, aunque no tan especial ya que el 90% de los políticos puertorriqueños hacen lo mismo, incluso ganando más. El que nos diga que el Chuchin se merece su sueldo por ocurrírsele alguna pendejada de proyecto de ley cada dos o tres meses que por favor se abstenga de su visión cósmica universal…

Lo interesante del caso es que la misma prensa, con su afán de quedar como gran descubridora de algo insólito, ha creado un aurea casi sobrenatural del caso cuando todos sospechamos que es algo que ocurre todos los días. Si alguien se detuviera a fiscalizar los nombramientos de los asesores, se daría cuenta que la mayoría responden simplemente a favores políticos y personales.

Así nos va en Puerto Rico. Es una verdadera lástima que nuestro país se haya convertido en una República Bananera. La verdad es que la visión de Woody Allen fue prodigiosa cuando vino aquí a hacer su película. Woody realmente leyó el futuro de nuestra isla hace ya varias décadas… Y tampoco nos extraña que hayan filmado parte de la película Pirates of the Caribbean en nuestra tierra.

Lo que tendrían que hacer los encargados de buscar los escenarios para las películas sería actualizarse un poco, y cambiar la bahía semi oculta llena de navíos piratas por el Capitolio y la Fortaleza, verdaderos baluartes de la piratería caribeña.