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May 17, 2011

Topos ciegos deambulando bajo el sol

En la prensa de hoy destaca la noticia sobre el aumento en un 35% en la matrícula de los cursos de verano en la UPR. Según el presidente interino, Miguel Muñóz, el verano debe ser “autoliquidable”, lo que quiere decir que no represente gastos para la institución. En fin, que la economía de mercado ha llegado a la UPR, como todo el mundo con dos dedos de frente sabe, para quedarse. Lo que sucede es que desafortunadamente la administración no sabe mucho de economía de mercado, y no entiende que el aumentar los costos de los estudios tiene como repercusión obvia que el número de estudiantes que se matricula siga bajando. En el caso de los cursos de verano, la repercusión es lógica: ¿para qué tomar un curso pagando un 35% más si lo puedes tomar en un semestre regular? Quizá el pagar más sea rentable si al estudiante sólo le faltan dichos cursos para graduarse. Pero en el resto de los casos, el estudiante posiblemente decida no tomar cursos de verano. Y con ello, muy probablemente se cierren clases que la administración habría previsto, y el verano quede con un número mínimo de ofrecimientos que hará que la medida no sea rentable teniendo en cuenta los gastos de mantenimiento adicionales que la UPR tendrá que sufragar por mantener abierta la universidad durante el verano.

Por otro lado, los salarios a los profesores que trabajen en verano se reducirán en un 35%. A esto queremos decir un par de cosas. La realidad siempre ha sido que los profesores de contratos de servicio no tienen acceso a enseñar en verano, sólo los profesores de plantilla. Y de éstos, el criterio más importante es el de la antigüedad. Además, no cobran como si las clases de verano fuesen lo que llaman compensaciones (poco más de $2,000 por clase, por semestre) sino que las cobran como si fuesen parte de su tarea docente regular. Es decir, sea un profesor de plantilla con muchos años de servicio, cuyo salario ya sobrepase los 80,000 anuales. Como la carga docente es de 8 clases anuales, se puede calcular que dicho profesor gana unos $10,000 por clase. Si esto no fuera poco, las clases de verano tienen un “incentivo económico” de un 50%, por lo que este profesor cobraba hasta ahora unos $15,000 por clase de verano… Así que se pueden imaginar las peleas que se formaban en muchos departamentos por enseñar estas clases. Así que ahora, con el 35% de reducción, que ha sido calculado obviamente para cancelar el plus del 50% (no son tontos, no), el profesor de verano cobrará su clase de verano como una clase regular bajo su estrato salarial, es decir, unos $10,000 (quizá un poco menos si su salario no llega a los $80,000).

Para que la clase cubra los gastos de salario del profesor, el salón debe estar atestado de estudiantes, lo que no pasará en la mayoría de los casos dada la subida en un 35% de la matrícula. Por lo que prevemos un número ínfimo de ofrecimientos veraniegos. En fin, así son las cuentas universitarias.

El lector se preguntará… ¿no se podría hacer otra cosa? Y la contestación es que ¡CLARO QUE SÍ! Se podría dar esas clases a los profesores de contrato de servicio, que prácticamente no tienen qué comer ya que están enseñando un máximo de 3 clases semestrales, lo que no llega a $7,000 al semestre. Y encima, si se mantuviera el incentivo del 50% de las clases de verano, estos profesores cobrarían unos $3,500 por clase de verano, ¡una tercera parte de lo que cobrarán los profesores regulares por ellas!

¿Qué consecuencias tendría esto? Primero, la matrícula a los estudiantes no tendría que subir para el verano. Segundo, más estudiantes podrían matricularse en verano. Tercero, el número de clases de verano aumentaría haciendo rentable que el sistema universitario se mantuviera abierto durante el verano, y no el desierto fantasmal que será. Cuarto, los profesores con contratos de servicio tendrían qué comer en el verano.

En fin, así funciona nuestra administración universitaria, como topos ciegos deambulando por ahí con la consigna de hacer rentable a la UPR, consiguiendo justo lo contrario. Así que seguirán los aumentos de matrícula o la imposición de otros cargos que se les ocurran, los recortes a los salarios y beneficios de los empleados, la explotación de profesores a tiempo parcial hasta la verdadera humillación laboral y profesional, la reducción en el número de estudiantes, etc. Vamos, y encima se extrañan que no aprueben el estándar de gobernanza.

Topos ciegos deambulando bajo el sol, eso es lo que son.

1 comment:

David said...

Deambulando bajo el sol en una piscina de cemento. Muy de acuerdo con lo que has expuesto en el artículo. Imagino que la meta es en el mejor de los casos, desmembrar la UPR. salud y suerte.