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Nov 17, 2010

Hoy en El Nuevo Día aparece una entrevista con el presidente de la UPR, José Ramón de la Torre. El reportero le preguntó si la desacreditación de la UPR por la Middle States es el objetivo perseguido por su administración como castigo a los estudiantes. Obviamente De la Torre negó rotundamente que esa fuera su estrategia. El Coquí Cojo no hubiera incluido en la pregunta lo de “como castigo a los estudiantes”, quizá hubiera dicho que la desacreditación permitiría a la administración universitaria a hacer cambios radicales a la institución, como por ejemplo, deshacerse de varios recintos pequeños cuya rentabilidad no sea muy buena, y disminuir el número de estudiantes a un número manejable, disminuir la contribución presupuestaria del gobierno, etc. A la pregunta, don José respondió que “Yo no quiero ser el presidente de la UPR que aparezca en la historia como que cerró la Universidad”. La respuesta es curiosa, pues a nuestro parecer ya estaba preparada ya que descreditar la universidad no significa cerrarla, sino reestructurarla para recobrar la certificación. Y él debe saberlo. Si no lo sabe, sería una prueba más de su falta de preparación para el cargo. De haber sido una respuesta anticipada, lo único que escondería sería el objetivo de reestructurar la universidad al antojo de la administración, y por ende, del gobierno. Si hubiera respondido algo así como que si llega el caso de la descertificación, se tomarían medidas urgentes para reestructurar el sistema UPR y recobrar la acreditación cuanto antes. Esto lo hubiera respondido un presidente al que la reestructuración sería una estrategia diáfana para el mejoramiento de la institución, no para reestructurarla para único beneficio del gobierno.
Luego la entrevista se centra en el asunto de la cuota, donde nada de lo dicho nos sorprende en absoluto. El presidente alega que la cuota es inevitable ya que es el colateral de varias obligaciones que el contrajo en nombre de la UPR.
En cuanto a la huelga pasada de 62 días, De la Torre la identifica como la única causa para que la Middle States pusiera en probatoria a la universidad, e incluso llega a decir que si él hubiese sido, la hubiera desacreditado sin contemplaciones: “Creo que la agencia acreditadora se portó bien porque, si yo hubiese sido la Middle States, hago unas preguntas bien sencillas. Eso lleva 60 días cerrado, ¿hay alguien enseñando? No. ¿Hay alguien aprendiendo algo? No. ¿Hay alguien investigando? No. Pues qué voy a acreditar. Cero acreditación”. Bien sabe De la Torre que la Middle States leerá la entrevista, y suponemos que este parecer lo haya compartido a diestra y siniestra con su círculo administrativo y no nos sorprendería que incluso con los delegados de la asociación acreditadora. Obviamente, don José se contradice un tanto con lo que acababa de decir que él no quisiera que se desacreditara a la UPR. Es el típico discurso de dos caras, una le dice al público que él trabaja para que se acredite a la UPR, pero por otro lado parece que quisiera que perdiera la acreditación. La solución para reconciliar ambas caras radica en quitarse toda culpa si la desacreditación se hiciera realidad, y para ello no duda en culpar por entero a los estudiantes: “No está preparada para enfrentarla (una nueva huelga). La huelga que acabamos de pasar, y que paralizó casi todos los recintos, tuvo como consecuencia que la UPR estuviese cerrada 62 días. Eso tuvo un efecto... no nos quitaron la acreditación, pero nos pusieron en probatoria”.
Aquí el reportero de El Nuevo Día aprovecha para indicarle que la Middle States identificó los estándares de liderazgo y gobernanza como los causantes de decidir poner a la UPR en probatoria. A esto, don José dice que el estándar de gobernanza no pasó porque no se puede gobernar a una universidad cerrada, es decir, la culpa la tuvo la huelga. En sus palabras: “Efectivamente perdió la gobernanza porque estaba cerrada y no podíamos dirigirla”. En otras palabras, el presidente de la UPR se lava las manos. Sus palabras claramente indican que durante la huelga él no puede hacer nada, que la universidad se queda, como quien dice, sin presidente. Por tanto, su papel de negociador durante el conflicto no sirve de nada, lo que nos explica claramente el porqué este hombre es incapaz de ceder, que es lo que se espera de cualquier negociador apto. Don José simplemente cierra ojos y oídos, y pretende ir a las reuniones con los estudiantes para cumplir con la prensa. Y claro está, nos dice que de haber una nueva huelga, no esperemos mucho de él.
Esta actitud de lavarse las manos permea toda la entrevista. Es fácil de ver en los otros temas traídos por el reportero. Cuando le indica que la UPR ha perdido 4,104 estudiantes este semestre, matizando que unos 1000 de ellos fueron simplemente por reducir las admisiones, y le pregunta si se ha debido a tratar así de paliar la situación fiscal, don José se limita a responder: “Perdimos 5,000 y pico de estudiantes...”. Es como si dijera 4,104 son pocos, fueron más, y ¡qué le vamos a hacer!  No hay ningún atisbo de preocupación al respecto en sus palabras.
La misma actitud de “a mí me resbala todo” reaparece cuando el reportero le confronta con la posibilidad de la desacreditación, que conllevaría la suspensión de fondos federales y que los estudiantes se tendrían que ir a universidades privadas, y añade que quizá los únicos que se salvarían serían los investigadores, don José responde: “Es posible que se salven los investigadores, porque los podemos reubicar en el edificio de Ciencias Biomoleculares y ya no estarían dentro del Recinto de Río Piedras y no hay la posibilidad de que se pierdan esos fondos. También podemos mandarlos a Ciencias Médicas, Mayagüez o Humacao”.
La respuesta sólo la puede dar alguien que ya sabe qué hacer en caso de la desacreditación. Que la da por sentada. Ese es el plan. Ciencias Médicas es el único recinto que no está en probatoria, ya no está bajo la lupa de la Middle States. Y Mayagüez no tendría problemas de acreditación, recordemos que en Mayagüez radica la escuela de ingeniería. El responder que los investigadores serían reubicados al edificio de Ciencias Biomoleculares nos indica claramente que el cierre de Río Piedras (y de otros recintos) no sería tan trágico ya que se salvaría los investigadores (los de Ciencias Naturales en Río Piedras serían reubicados) y los recintos donde radican las ramas de medicina e ingeniería. ¡Qué casualidad! Las ramas abarrotadas por los estudiantes de familias de clase alta del país, de la clase política y empresarial.
La actitud preponderante de Pilatos se repite cuando el reportero le indica los argumentos de profesores y estudiantes que los gastos anuales de un estudiante, según National Center for Educational Statistics se elevan a unos $13,800, mientras la regencia indica que los $5,500 dólares de la beca Pell son suficientes. Don José responde que no duda que sea alrededor de los $13,800 pero que esto incluye alimentación y hospedaje y la beca Pell sólo sirve para los gastos de matrícula y libros. Aquí el reportero de El Nuevo Día anduvo un poco torpe (pero no le culpamos porque debería estar estupefacto con la actitud del presidente) y debió utilizar la respuesta en señalar que en ese caso, el presidente pude darse cuenta de la dificultad de los estudiantes a hacerse cargo de la cuota ya que la beca Pell no cubre ni siquiera la mitad de los gastos anuales de los estudiantes. Quizá el reportero pensó que para hacer el argumento, ya quedaba bien claro que a don José le importa un pepino lo que le pase a la UPR y a los estudiantes.
La conclusión de la entrevista es bastante clara. A don José no le importa lo que pase, y nunca va a ceder. Si los estudiantes se van a la huelga, peor para ellos. Este es un hombre que nunca debió haber sido colocado en un cargo que requería a un negociador experimentado, un negociador dispuesto a discutir los temas con todas las partes involucradas con una mente abierta y flexible.
El Coquí Cojo ha estado informando y analizando sobre temas de la UPR con devoción, y creemos que desgraciadamente se están cumpliendo nuestros temores. Nos consta que muchos estudiantes de tercer y cuarto año se han ido a otras instituciones privadas e inclusive se han ido del país. Muchos han dejado de estudiar. Y lo que se avecina parece que alimentará el éxodo. Y al gobierno no le importa, inclusive parece coincidir con sus objetivos. El mismo presidente le está diciendo a la Middle States a qué espera, que desertifique de una vez.
Cuando leímos esta mañana la entrevista en El Nuevo Día no pudimos evitar pensar que pareciera que alguno de nuestros lectores tiene el poder de llevar nuestros análisis a la palestra nacional. De ser así, se lo agradecemos. Y le pedimos a nuestros lectores que difundan nuestro blog. Nosotros no ganamos dinero con él. Sólo lo hacemos para compartir lo que pensamos. Nuestro pueblo ignora muchas cosas por falta de debate inteligente e intereses de los medios de comunicación. Si estás de acuerdo con nosotros, bien, y si no lo estás, también muy bien. Esperamos tus comentarios, son anónimos.
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