Hace unos días, el presidente de la UPR, Miguel Muñoz, le solicitó la renuncia (vamos, que lo despidió) al director del mensuario Diálogo, Marcos Pérez. Don Miguel no desveló los motivos de la “solicitud de renuncia”, y simplemente se limitó a decir que está en estos momentos en el proceso de evaluación de nuevos candidatos. A pesar del sigilo, y en parte debido a que exista dicho sigilo, es fácil entrever que la razón principal del asunto es tener pleno control de lo que se publica en dicha revista, y que el nuevo director tendrá que jurar que sólo publicará lo que sea del agrado de la administración. Otro trato leonino: un buen sueldo y privilegios a cambio de que publique lo que se le diga. Además, todavía Muñoz tiene que nombrar a 5 integrantes de la Junta de Directores, que no nos extrañaría que los elegidos serán panitas de la administración.
Mientras tanto, Diálogo está en manos de Hector Ríos, actual director de la Editorial de la UPR, quien recordemos expresó claramente en el momento de su asignación al cargo que la Editorial tenía que ser económicamente estable y que por lo tanto, los proyectos que no fueran rentables serían eliminados (adiós a la mayoría de los trabajos de investigación de calibre académico, ya que ninguno vende más de 300 ejemplares…). Don Héctor es para que lo sepan nuestros lectores, un esbirro de la administración y el gobierno estadista.
A pesar de que Muñoz diga que el cambio en la dirección no afectará la publicación del mensuario (el hecho de haberlo dicho es ya de por sí indicador que será justo lo contrario), es bastante razonable pensar que nunca más aparecerá crítica alguna hacia la universidad y su administración.
El Coquí Cojo recomienda a Don Muñoz que cambie el nombre de la publicación a Monólogo Oficial, o quizá a Charla Entre Amigos del PNP.
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