Sentado, con los dedos de las manos cruzados en lo que daba la impresión de ser el torniquete de un estrangulador, Thomas Rivera Schatz dio un breve discurso donde habló de muchísimas cosas como si se tratara de un pupurrí de boleros. No pudo aguantar la tentación de insultar al contrincante de Fortuño, y se notó en varias ocasiones que lo que hubiera querido hacer hubiera sido insultarle a grito limpio. Pero en fin, de alguna manera logró controlarse, por lo que nos sospechamos que antes del discurso alguien le inyectó un sedante de esos que usan en los zoológicos para los elefantes.
Luego del elocuente discurso, sólo nos quedó una duda: ¿de qué país hablaba este hombre?
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