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Feb 7, 2011

La huelga se convierte en un ente vivo, evoluciona

La decisión del movimiento estudiantil de continuar la huelga por nuevos asuntos como la puesta en pausa de varios programas académicos, alejándose del tema de la cuota, parecería a primera vista brillante. La estrategia de renovación del espíritu de la huelga evita su desgaste a corto plazo. Hasta cierto punto, se podría decir que el movimiento estudiantil pone en pausa el tema de la cuota, que ya lo sacará de nuevo y cuantas veces sea conveniente, y se añaden buenas razones para continuar el conflicto.
El conflicto se convierte así en el escenario típico partidista, pero en este caso los partidos son la administración universitaria y los estudiantes. Y así el movimiento estudiantil se transforma en el partido de la oposición, y dicha oposición se perpetúa a través de los asuntos que vayan surgiendo con el devenir del programa del “gobierno universitario”. Y el tema que acaba de surgir es la puesta en pausa de una serie de programas académicos.
Es curioso el “timing” que escoge la administración para poner en pausa a los programas académicos. No sabemos a ciencia cierta el por qué de ello, pero parece que muestra la miopía de la cúpula administrativa, o quizá el exceso de confianza que le ha dado el aparente aplastamiento de la causa estudiantil en lo que respecta a la cuota.
Es muy posible que la jugada de los estudiantes haya cogido de sorpresa a la administración. Si esto no fuera así, podríamos concluir que la misma administración le facilita munición a los huelguistas para perpetuar el conflicto, lo cual es bastante improbable.
Veamos un poco  la realidad de los programas académicos en pausa. Son programas que no han sabido atraer estudiantes, esto es un hecho innegable. La lástima es que la falta de estudiantes en estos programas se debe a la apatía ilimitada de los departamentos a llevar a cabo campañas de reclutamiento y divulgación. La UPR ofrece cientos de alternativas de estudio diferentes y la inmensa mayoría de estudiantes no tiene ni idea de las alternativas que disponen, y nadie les informa de ello. Los estudiantes de nuevo ingreso no conocen ni siquiera el nombre, y menos aún, el objeto de estudio de muchísimas áreas del saber. No tienen ni idea de lo que hacen los que se dedican a dichas áreas simplemente porque nunca han sido expuestos a ellas.
Por otro lado, la apatía de los departamentos, es decir, tanto de los profesores que sirven de administradores como de los profesores, es infinita. Si somos mal pensados, muchos profesores prefieren las actividades investigativas a dar clase en primer lugar, y cuantos menos estudiantes haya en los programas, menor el esfuerzo que deben realizar en tareas educativas.
Obviamente, la administración central busca el despido de profesores que al tener permanencia, sólo son “despedibles” si se cierran los programas académicos. En una situación lógica, la administración trabajaría con los departamentos “desiertos” de estudiantes para cambiar la situación a través de esfuerzos informativos y de reclutamiento. Pero la administración central no busca el renacer de los programas, y por eso han puesto a los programas en pausa con el golpe de gracia de impedirles que añadan estudiantes.
La puesta en pausa es un paso necesario en el proceso de cerrarlos eventualmente. Debemos tener en cuenta que es muy fácil comenzar iniciativas de todo tipo, lo inmensamente difícil es eliminarlas. No hay un proceso claro al respecto, y lo de poner un programa en pausa no aparece, según los detractores, en los reglamentos universitarios. Suponemos que la administración decidió dar el paso de la “pausa” porque es imposible cerrar departamentos de golpe. Se requiere un proceso, pero el proceso está diseñado para que la situación no pueda arreglarse y que fracase, es decir, se eliminen definitivamente los programas.
Lo irónico de la situación es que la precaria situación de los programas colocados en pausa se debe a la inoperancia de los profesores. Y como todos sabemos, los profesores no han hecho prácticamente nada en bloque para ayudar al movimiento estudiantil. Y ahora, es el movimiento estudiantil el que da la cara por los profesores tratando de evitar el cierre de los programas y con ello, sus despidos. ¿No es irónico?
Por ejemplo, ¿cuántos son los profesores de Estudios Hispánicos o del programa de Lingüística y Comunicación en Inglés que marcharán hoy con los estudiantes? Los podemos contar con los dedos de una mano… que sepamos nosotros, de Estudios Hispánicos son 3… Sí, sólo 3… una vergüenza.
No sabemos si la cúpula estudiantil se haya dado cuenta de que le están haciendo el trabajo a los profesores que no se merecen su apoyo. El movimiento estudiantil debería exigir a los profesores de esos departamentos a marchar con ellos. Y si no lo hacen, deben quitar el asunto de los programas académicos en peligro de su agenda reivindicatoria. Y no, no hay estudiantes que se afecten con ello, ya que por la falta de esfuerzo de dichos profesores, ni siquiera sabían los ofrecimientos de estos programas. La falta de demanda estudiantil no era casualidad.
Ahora que los profesores de dichos programas están poniendo el grito en el cielo, que marchen con los estudiantes y protesten… y que sean arrestados como ellos, que den la cara en bloque, no unos poquitos. Sería beneficioso para la causa que la policía no tuviera más remedio que arrestar a profesores de prestigio para que saliera en los medios internacionales. Así, que invitamos a Luce López Baralt a que no escriba cartas fatuas al periódico y se deje arrestar. Las cartas no harán nada para evitar que la administración siga adelante con su agenda de menguar la UPR hasta los huesos.

1 comment:

Anonymous said...

Pienso igual, los estudiantes deben emplazar a los profesores, en especial a aquellos que se proyectan como los grandes defensores de la patria, de la justicia y la igualdad. Que bajen ya de sus torres de marfil y se pongan a trabajar!