Érase una vez un país que vivía en la pobreza, donde la gente andaba descalza y trabajaba de sol a sol en la caña de azúcar. Érase una vez un país donde la pobreza material era eclipsada por la riqueza de espíritu de la gente. Por los lazos solidarios de la gente humilde. Donde no importaba quién eran los padres de los niños para que se criasen en un hogar que les quería como si fueran hijos. Érase una vez un país donde la gente bailaba y reía descalza, con tres mudas de ropa para todo el año.
Érase una vez un país que con su esfuerzo comenzó a prosperar, donde las empresas extranjeras se instalaban por las ganas de progreso de sus ciudadanos, por la calidad de la mano de obra, por la fortaleza de sus convicciones, por su manera honrada de vivir.
Y eventualmente todo comenzó a ir mal. Los políticos dejaron de ser honestos. Los partidos comenzaron a aprovecharse de los ideales y de la gente humilde. Los cargos políticos y administrativos comenzaron a ser otorgados sin tener en cuenta la preparación y la honradez, sólo por beneficios personales… Y la corrupción hizo que lo ganado con tanto esfuerzo comenzara a desvanecerse… Y entró la droga al país. Y mucha gente comenzó a enriquecerse a base de la miseria de los perdidos. Y los perdidos enfermaron y comenzaron a pedir limosna en los semáforos, con sus cuerpos llenos de pústulas y cicatrices mal curadas. Y nadie hacía nada por nadie.
Y los políticos empezaron a reírse de la miseria del pueblo. Les gustaba tener a la gente sometida bajo sus pies. Y la solidaridad pasó a mejor vida. Y la diferencia de clases se volvió a abrir como hacía muchísimo tiempo, pero esta vez sin los valores de entonces. Y la sociedad se quedó sin rumbo, zombis que deambulan por sus vidas. Y miles son asesinados y abandonados con sus cuerpos contorsionados y putrefactos bajo el sol. Y las madres lloran por sus hijos muertos, o perdidos en la droga, o vapuleados, sin futuro. Y la sociedad se acostumbró a la peor de las miserias, la miseria de espíritu. Y los niños se quedaron sin mañana. Muchos mueren antes de llegar a ser hombres y mujeres. Y los líderes se quedan impasibles, chupando el dinero de proyectos sin sentido que sólo traen más miseria. Y los líderes se precian engañando al pueblo, riéndose de él. Midiendo su astucia con la miseria de su pueblo, que ya no es su pueblo sino su juguete de perversión.
2 comments:
¡Muy atinado en comunicar lo triste de nuestra historia!
Uno de tus mejores escritos--JMDC
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