Mañana comienza un nuevo semestre en el recinto de Río Piedras. Ya los demás recintos han comenzado. Mientras los administradores universitarios se regodean del control que han conseguido por la fuerza bruta, los estudiantes se niegan a reconocer la derrota. Para todo aquél que entienda las consecuencias a largo plazo que la mala voluntad administrativa y del gobierno acarreará a nuestro país, la situación reviste una enorme tristeza.
Todo observador externo puede ver con claridad el penoso estado de Puerto Rico con la ventaja de que nuestra realidad no le afecta. No nos extrañe que dicho observador se sienta tranquilo y aliviado de no vivir aquí. No tiene más remedio que reírse ante el slogan “la isla del encanto”.
Muchos puertorriqueños nos damos cuenta de que nuestro país se desmorona, en realidad se ha ido desmoronando por décadas. Desgraciadamente la espiral cada vez se hace más larga. Cuando pensamos que tocamos fondo, la espiral se vuelve a extender hacia el abismo. Es tal el colapso social, que ya hemos llegado al estado mental de la apatía. Nos da igual que sigamos bajando hacia los infiernos. Ya nos da lo mismo.
Y aún peor, creemos que hay evidencia incontestable que una buena parte de la sociedad puertorriqueña ha comenzado a regodearse de la desgracia de los demás. El principio de “desgracia de muchos, consuelo de tontos” indica que ya nos da igual ser tontos. El consuelo de ver a los demás sufriendo, ya sea por el asesinato de sus seres queridos, o la violación de sus hijas, o el encarcelamiento de sus hermanos, se ha convertido en el único consuelo, por macabro que esto suene, que sostiene a cientos de miles de compatriotas.
Cuando tu vida no va hacia ningún lado, el ver que la vida de los demás no va a ningún sitio es un alivio. Nos hemos vuelto una sociedad sadista. No cabe la menor duda. Por ejemplo, nos alegramos cuando los políticos corruptos son descubiertos, no tanto por habernos librado de un ladrón sino por su caída, el triunfador que cae al pantano de la vergüenza. Detrás de ello existe el pleno convencimiento de que somos incapaces de poner a alguien honesto en un cargo público. Por mucho que votemos, siempre subiremos al poder a un ladrón, no podemos hacer otra cosa. Creemos con fervor que todos los políticos son corruptos, y ante nuestra asumida incapacidad de hacer otra cosa, esperamos que tarde o temprano sus crímenes aparezcan en el noticiero. Sin embargo, cuando conocemos sus crímenes, sentimos un poco de envidia de su capacidad para controlar y convencer a sus víctimas. En el fondo quisiéramos estar en su lugar, y demostrar que somos más listos y que no nos descubrirían.
Con la crisis universitaria hemos visto cosas atroces. Lo peor de todo ha sido la alegría que provoca en muchos la desgracia de los estudiantes. Muchos se han alegrado que sus vecinos, los hijos de sus amigos, los nietos de sus compañeros de trabajo hayan tenido que abandonar los estudios y volver a las casas de sus padres para no hacer absolutamente nada con la excepción de ver la televisión.
Muchos entran a la casa del vecino, y al ver a la hija de 19 años sin poder estudiar y aspirar a una mejor vida, se alegran. Le dicen que es una pena lo que pasa en la UPR, pero por dentro se alegran de que se haya quedado sin futuro y esperan con ansiedad verla mapeando en el Burger King.
El sadismo nos consuela. Ver a los policías acorralando y tirando al piso a los estudiantes nos alegra. Ver cómo la administración universitaria aplasta al movimiento estudiantil nos hace bailar de euforia. Dirigimos nuestra frustración y nuestro odio hacia los estudiantes. Algunos incluso los identifica con los criminales que la policía no es capaz de atrapar.
Mientras todo esto pasa, la capa oligárquica del país disfruta de sus vidas tranquilamente. Incluso ven los problemas del país como reconfortantes ya que les define como seres superiores por su “capacidad superior” de no estar atados a dichos problemas. Cuanto peor esté el país, la distancia entre ellos y la plebe aumenta, y por tanto, su naturaleza se alza aún más sobre la miseria…
Mañana comienza el nuevo semestre, y muchos están esperando con ansiedad que la policía pierda el control de una vez y atropelle sin compasión a los estudiantes, que violen a las chicas que protestan, que las pongan en su sitio… Una muchedumbre está esperando un espectáculo más sangriento. Quieren ver algún muerto, o muchos… “Eso les enseñaría a respetar”…
Y todo simplemente porque no pueden hacer nada con sus propias vidas. Si tenemos que vivir miserablemente, cuantos más mejor…
4 comments:
Coquicojo:
Pluralisas tu blog demasiado. En Puerto Rico aun quedan seres pensantes, con emociones, con esperanza y fe, con muchas ganas de vivir en una Isla libre de TODA opresión, la de la derecha y la de la izquierda.
Te invito a que dejes el pesimismo a un lado, por un rato, y pienses en un mejor futuro. Pero hay que convencer a la gente, no obligarla.
Sofia Hades
Sofía, a veces nos dejamos llevar por nuestras emociones... Pero la verdad es que más de la mitad de los comentarios que la gente deja en los periódicos en las noticias de la UPR son de odio a los estudiantes, es sinceramente desolador. Llevamos meses leyéndolos y nos ha dejado muy mal la actitud de que se "jodan" los estudiantes. De eso trata el artículo.
Una pregunta, es Hades tu apellido? porque si lo es, si que estamos asustados contigo!!! ya sabíamos que tarde o temprano nos visitarías!!!!!!!!
Sofía, sabes que todos tenemos la libertad de añadir de o del en nuestros nombres... lo decimos porque si usas Sofía del Hades, te aseguramos que nadie nunca te contradirá o no hará lo que quieres... es una idea
Coquicojo, a veces pienso que tienes razón respecto a que muchos disfrutan al ver a los estudiantes maltrechos y sin futuro. Eso es lo que provoca la lucha de clases. La clase media desea tanto emular a la alta que pisotea a la baja en su afán por mantener u obtener alguna posición de ventaja. Y lo triste es que es inadvertido. :(
Pero no todos son así y son estos los que se ganan mi admiración. Tu eres uno de ellos. :)
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