Querido lector:



El Coquí Cojo te da la bienvenida y espera que pases un rato agradable leyendo nuestras tonterías. Nuestro objetivo principal es el informarte, de una manera jocosa pero ilustrativa, de lo que sucede en nuestro querido terruño. No nos cabe duda alguna que nuestra islita es el epicentro de lo absurdo, y que superamos las más altas cotas del realismo mágico. Nuestros segmentos están basados en noticias reales que afligen a nuestra sociedad. Obviamente, para conseguir lo que consideramos jocoso, pondremos palabras ficticias a personajes reales, aunque en la mayoría de los casos no nos sorprendería en absoluto que las hubiesen dicho. El lector también podrá disfrutar de noticias totalmente falsas; la labor que tiene el lector es averiguar cúales son, tarea que a simple vista pareciera sencilla pero que a veces, debido a nuestra realidad surrealista, no lo será tanto.

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Sep 11, 2011

Carta de Benedicto XVI a don Emilio Díaz Colón

Estimado superintendente de la Policía de PR:

Por esta le rogamos encarecidamente en nombre de todos los santos que están postrados en los cielos ante los divinos pies de Nuestro Señor Jesucristo, que desvele de una vez su plan para combatir el crimen en su país. Le decimos esto porque el secretismo de su plan empieza a competir con nuestros dogmas de fe, incluyendo el Misterio de la Santísima Trinidad.
Como usted sabe, la Iglesia Católica no ha tolerado jamás competidores en cuestión de secretismos, por lo que nos comienza usted a tocar los venerados y reposados testículos del colegio cardenalicio. De seguir sin desvelar su plan, nos veríamos obligados a imponerle la excomunión, medida que esperamos evitar.
Realmente no nos importa el contenido de su plan, siempre y cuando sea de dominio público. Si usted arregla las cosas o no en su país nos tiene sin cuidado, ya que nuestra institución nunca podrá ser superada por las atrocidades que ustedes cometan durante los próximos mil años. De hecho, no nos importaría darles un repaso de nuestras técnicas de sometimiento de masas.
En fin, con la esperanza que usted escuche nuestras peticiones (que sin lugar a dudas, con ese par de orejas que Dios le dio, no puede evitar escucharlas) se despide con un caluroso abrazo,
Benedicto XVI
El Infalible por gracia de Dios

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