Puerto Rico se ha convertido en la meca del fraude. Ayer arrestaron a un grupo de personas que no tenían problema alguno desfalcando al gobierno federal de los Estados Unidos de América. Entre ellos había varios médicos y personal relacionado a los servicios de salud. En muchos casos, las cantidades defraudadas superaban el millón de dólares (la actitud de "si nos dedicamos al fraude, ¡hagámoslo a lo grande!"), lo que significaba miles de reclamaciones falsas al Medicare por parte de cada uno de los implicados.
Y nos preguntamos... ¿cómo un médico puede dedicarse al fraude si con su oficio ya gana una pequeña fortuna al año? La codicia, amigos, la codicia. La presunción, amigos, la presunción. Alardear de mansiones, de yates, de mercedes. Tener a todos los hijos viviendo como verdaderos ricos tiene sus complicaciones. Enviar a los hijos a las mejores universidades americanas, vestir con los mejores trajes y vestidos... Todo para que los demás piensen que su consulta va viento en popa, que gana un dineral, y que por consiguiente, es un gran médico.... cuando la realidad es que es un médico o una médica mediocre, que no sabe muy bien lo que está haciendo, que pasó la reválida quién sabe cómo...
Son tan malos médicos, o tan brutos como delincuentes, que no dudan en hacer reclamaciones que no tienen base médica... tratamientos de hombres en pacientes mujeres, medicinas que son incompatibles con las enfermedades que señalan en los formularios, incluso reclamaciones con hospitales y centros de emergencia donde nunca han estado en la vida... Creen que las autoridades son idiotas (como creen que son idiotas sus propios pacientes ya que se dejan abusar por ellos constantemente, por lo que terminan creyéndose invencibles...).
Da miedo que sea esta la gente que nos trata médicamente, ¿no? Vaya usted a saber cuántos han muerto, mueren y morirán por impericia médica. Claro, y luego quieren pasar una ley limitando lo que tienen que pagar si comenten un error que envíe a una persona a una silla de ruedas de por vida, o aún peor, a una camilla conectado para siempre a un respirador artificial...
Vivimos en la tierra de los incompetentes que quieren ser millonarios sin poner esfuerzo alguno, en la tierra donde la corrupción profesional de políticos, abogados, médicos, ingenieros, burócratas, administradores, etc., campea por sus dominios. El FBI ha triplicado (de 3 a 9) los agentes que se dedican a fiscalizar las reclamaciones a los programas de salud federales.
Sin embargo, ¿cuáles son las causas para que nos hayamos convertido en fraudelandia? Son muchas, quizá una muy importante sea la presión social. La mayoría pensamos que los profesionales tienen que andar en BMW o Mercedes. Si no los vemos viviendo en lujo, pensamos que no son buenos profesionales. Ya no nos cabe en la cabeza el individuo que se ha hecho médico por vocación, que lo que le importa es el bienestar de sus pacientes, y a quien no le importa ir en un toyota. Claro, de estos hay muy pocos. La mayoría de nuestros médicos están ahí por el dinero, por el prestigio, por las presiones familiares.
Los idolatramos tanto que no dudamos esperar 8 horas sentados en una silla incómoda para que nos atiendan. Los idolatramos tanto que les permitimos que nos degraden incumpliendo las horas de las citas...
Obviamente, que quede claro que no todos los médicos son así, pero tenemos demasiados médicos realmente malos, que juegan con nuestra salud a diario, que ven a nuestra salud como un arma de extorsión y estafa. Muchísimos son los médicos que practican el fraude y la extorsión con sus propios pacientes... ¿cómo no van a rellenar falsas reclamaciones del Medicare si ya están acostumbrados a delinquir?
Por otro lado, la economía de nuestro país sigue cayendo año tras año. No hay salidas para vivir decentemente. Un padre de familia no puede mantener a sus hijos con 7 dólares la hora. Las presiones económicas llevan a muchos a delinquir de mil maneras. Se sienten atrapados, sin esperanza para ganarse una vida decente de forma legal. Las tentaciones además son muchas. Especialmente a los jóvenes de los barrios y residenciales.
Y mientras tanto, los políticos siguen emitiendo leyes superficiales que no ayudan para nada. Y haciendo megaproyectos con el fin de desfalcar las arcas de nuestro presupuesto.
Irónicamente, es ahora que un médico, un cardiólogo, quien sale a la palestra para ser gobernador... Y comienza su postulación oficial con una diatriba idealista usando paralelismos médicos, que si Puerto Rico necesita un trasplante, que si tenemos el corazón enfermo... ¡Váyase con los paternalismos a otra parte! O póngase a hablar de medidas precisas y detalladas de lo que piensa hacer...
Estamos hartos de discursos superficiales que no proveen solucíón alguna. No somos idiotas, señores políticos y politiqueros. El pueblo no es idiota. Métanse esto en la cabeza. Por el mero hecho que nos digan que son los padres quienes tienen que vigilar a los hijos, no va a suceder. Necesitamos soluciones específicas que ayuden a los padres a cumplir con los objetivos que queremos como sociedad. Primeramente hay que definir esos objetivos y dejar de presumir cúales son. Y luego de que haya un concenso entre todos, entonces tenemos que implementar medidas que ayuden a que los padres cumplan con esos objetivos. Además, todos los objetivos deben ser compartidos por todos los sectores sociales. Las instituciones gubernamentales deben cumplir con nuevas funciones para ello.
El pueblo no es idiota.
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