Mientras el movimiento estudiantil sigue dando coletazos, la administración universitaria sigue adelante con la nueva fase de su proyecto de menguar a la UPR como sea posible: despedir profesores. Como ya hemos mencionado anteriormente, el problema básico del despido de profesores de ahora en adelante es que, a diferencia de los profesores con contratos de servicio que ya fueron masacrados sin que haya trascendido a la prensa, la mayoría de los profesores que quedan tienen permanencia. Cesantear a un profesor con permanencia sólo puede ser conseguido de dos maneras: 1.- que el profesor o profesora cometa un crimen y 2.- que el programa académico en el que labora sea eliminado. Por ejemplo, si la UPR eliminara el programa de filosofía, y con ello, el departamento, todos los profesores de filosofía adscritos a dicho programa se irían a la calle.
Y es por esto, que la segunda fase del “programa de antidesarrollo universitario” requiere eliminar programas enteros. Para ello hay que demostrar que carecen de importancia, o de interés estudiantil. Ya la administración ha identificado una buena colección de ellos. El que más notoriedad ha conseguido es el programa de bachillerato de Estudios Hispánicos. La notoriedad se debe al prestigio que dicho departamento ha tenido por muchos años, especialmente en las décadas de los 50 y 60 con la participación de varios poetas de gran renombre como Juan Ramón Jiménez y Pedro Salinas.
Ha sido patético ver cómo los profesores del departamento de Estudios Hispánicos han defendido estos días la necesidad del departamento sólo y exclusivamente con el argumento que podríamos tildar de los “viejos laureles”. A nuestro parecer, creemos que todavía no se han dado cuenta que esas cosas pasaron hace medio siglo… Y el que digan que hace poco nos visitó Mario Vargas Llosa, recién nombrado premio Nobel, fue gracias a los honorarios que le pagaron, ni más ni menos.
La realidad del programa de Estudios Hispánicos es que sólo cuenta con un estudiante subgraduado, lo que es realmente impresionante. No nos equivoquemos, cuando los profesores se defienden utilizando argumentos como los viejos laureles y la importancia que tienen los estudios literarios en la sociedad es porque no tienen más remedio. Si presentaran los números reales se les caería la cara de vergüenza. La realidad es que el departamento lleva años y años sin preocuparse por actualizar los contenidos de los cursos, y menos aún de promocionar el programa al estudiantado. La parálisis de los que han dirigido el programa en cuanto a reclutamiento y actualización curricular es merecedora también de un premio Nobel, pero en este caso a la vaguería de la comodidad de no hacer cambios.
La carta de Luce López Baralt, impresa ayer en El Nuevo Día, es una triste arenga a un optimismo que no se fundamenta en la realidad actual. Creemos que no se ha dado cuenta que ya es tarde para salvar al programa de las llamas, no tanto porque no pudiera hacerse si se subieran las mangas, se olvidaran un poco de los intereses intelectuales de las altas esferas, y llevaran a cabo modificaciones radicales que modernizaran los ofrecimientos curriculares de forma que estuvieran atados a las perspectivas laborales posteriores... sino porque la administración no quiere que eso suceda.
El problema principal radica en que la administración no está interesada que los programas puestos en “pausa” o “moratoria” resuelvan sus deficiencias, la administración está interesada en cerrarlos definitivamente. Sin embargo, no lo pueden hacer de un plumazo (ya quisieran hacerlo así), tienen que llevar a cabo un procedimiento de evaluación que decida el futuro de cada programa académico. Pero lo hacen simplemente como cortina de humo, el resultado final sigue siendo menguar a la UPR…
Irónicamente, la administración tiene un poderosa aliada a su favor: la apatía de los profesores a trabajar en cosas que creen mundanas. Y a juzgar por la defensa esgrimida hasta ahora por Estudios Hispánicos, no nos cabe duda que no serán capaces de darle la vuelta a la tortilla.
Para ello, la administración se quiere asegurar impidiendo que entren nuevos estudiantes al programa subgraduado de Estudios Hispánicos. Todo lector pensaría que así no es posible salvar el programa… y estará en lo cierto. Sin embargo, se evita además que aparezcan estudiantes que “convenientemente” se inscriban al programa azuzados por el departamento para esquivar la crisis momentáneamente y luego volver a la parálisis en cuanto hayan dejado de ser objetos de crítica.
La verdad es que muchos programas llevan arrastrando grandes deficiencias por muchos años, y a pesar de que fueron identificadas por evaluadores externos, nunca hicieron nada para resolverlas. Así, a pesar que El Coquí Cojo normalmente se opone a las decisiones de la administración universitaria central, podemos aceptar que la puesta de un grupo de departamentos en probatoria no es del todo injustificada.
Sin embargo, cómo se procede al respecto será harina de otro costal. No nos sorprendería que la administración no haga absolutamente nada para que dichos programas se salven. Al contrario, pondrán obstáculos entre bambalinas, aunque reiteramos que la incapacidad de organización y las rencillas entre profesores en muchos departamentos aseguran por sí solos el fracaso de cualquier esfuerzo de renovación que pretendan hacer.
5 comments:
Coquí Cojo,
Esta entrada a tu blog, no es del tono jocoso y satírico que sueles emplear. Me parece que tus comentarios son en serio y es por eso que, a pesar de ser lectora asidua, tengo que discrepar. No podemos aceptar la dictadura de la mayoría. Si hay sólo cuatro o cinco estudiantes que quieren estudiar filosofía o estudios hispánicos o Francés (otro programa en pausa), es responsabilidad de la Universidad del estado proveer un espacio para ello. Obviamente las privadas no lo van a hacer ya que no es “cost efficient”. Además las artes siempre han estado a la merced de los administradores. Se consideran temas para los ricos ya que los pobres con subsistir les baste.
Sin embargo admito que en este punto estoy de acuerdo: “Irónicamente, la administración tiene un poderosa aliada (sic) a su favor: la apatía de los profesores a trabajar en cosas que creen mundanas.”
En parte estoy de acuerdo contigo. Ojalá los directores de departamentos y programas académicos dieran importancia a reclutar estudiantes a sus programas. Pero la mayoría no hace nada por el reclutamiento. El dept. de Estudios Hispánicos lleva años con la realidad de tener poquísimos estudiantes y no ha hecho nada al respecto.
La pregunta sería cuántos estudiantes sería el mínimo para mantener a flote un programa académico.
Te recuerdo que en Estudios Hispánicos, con una treintena de profesores, sólo hay un estudiante subgraduado. Y llevan años por el estilo, lo que pasa es que no han hecho nada al respecto por comodidad. Además, me parece que les hicieron una evaluación externa hace 5 ó 6 años y les dijeron una serie de deficiencias severas, y según nos informaron no habñian hecho nada al respecto.
Pues esperemos que esto sea un "wake up call" para Estudios Hispánicos. Tienes razón en que uno no puede andar apoyándose en lo que alguna vez fue EH--aunque todavía se generan textos e investigaciones importantes allá, como los de las hermanas Baralt. No nos podemos echar para atrás y dárnosla de indispensables. No lo somos. Sin embargo reitero mi comentario anterior. Tiene que haber cabida en la Universidad para los pocos--nunca somos muchos--que queramos estudiar en cualquier campo de las Humanidades. Aunque no consigamos trabajo...La universidad debe verse como un espacio para las ideas, no como una fábrica en la que se les prepara a los patronos, los futuros empleados.
No nos cabe la menor duda de que la mayoría de los profesores en Estudios Hispánicos producen material investigativo de alta calidad. Lo que es patente es que no han dedicado el tiempo necesario para avivar el programa, para reclutar estudiantes talentosos. Si los estudiantes no eligen el programa, será por algo... los profesores no le han dado la importancia necesaria, y menos la dirección del departamento. Y esto no es nuevo, ya que han dejado morir el programa subgraduado (sólo tiene 1 estudiante, por amor de Dios). A esto no se ha llegado de la noche a la mañana. El problema es que a los profesores no les ha importado, están ocupados en sus carreras individuales, y no en el departamenteo como una unidad educativa. Lo de "waking call" no es del todo correcto, porque según lo que sabemos ya hann tenido varias y no han hecho nada. Son años de dejadez, de apatía. Sin embargo, al parecer el programa graduado está bien, lo que no sabemos es de dónde llegan los estudiantes graduados... ¿de otros bachilleratos de áreas similares? ¿de otros recintos y universidades privadas? ¿de otros países?
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