¿Irse o quedarse? Ésta es la pregunta

En El Nuevo Día aparece un reportaje de Ramaris Albert donde se habla del tema de irse o quedarse en PR debido a la lamentable situación en la que nos encontramos. En otras palabras, ¿debemos saltar del barco o quedarnos para evitar que se hunda? ¿Es posible evitar que se hunda? ¿No se habrá hundido ya?

Obviamente, la opción de irse dependerá de las oportunidades que nos esperan en el destino, que en nuestro caso de puertorriqueños, es Estados Unidos en la inmensa mayoría de los casos.

Muchos no se van porque no tienen un trabajo esperándoles, por lo que en caso de no tener trabajo ni aquí ni allá, la opción de quedarse suele ganar.

El argumento de quedarse para construir el país es bastante arrogante desde nuestro punto de vista ya que el que dice esto asume que será capaz de contribuir con su esfuerzo. La pregunta de verdad es: ¿podré hacer algo significativo por PR si me quedo? La dolorosa respuesta en la inmensa mayoría de los casos es que NO. Sin embargo, nuestra autoestima impide que contestemos con la verdad: que no somos muy importantes que se diga.

Por ejemplo, El Coquí Cojo nació con la esperanza de que la gente nos leyera y viera un punto de vista diferente sobre el conflicto en la UPR. Aunque agradecemos a nuestros lectores que nos lean, ¿habrá habido alguna aportación que haya cuajado en algo tangible para ayudar a la causa universitaria? Nos gustaría que la respuesta fuera que SÍ, pero ni tenemos ni idea, y nos tememos que la respuesta sería que NO. Si somos arrogantes, diríamos que Sí, pero si no lo somos, diríamos que No. Si El Coquí Cojo desaparece mañana, se nos echaría de menos… por dos o tres días y todo volvería a su sitio.

Por tanto, cuando la gente dice que es mejor quedarse y contribuir, en realidad piensan en la teoría del hormiguero, que todas aportan un poquito y la suma es lo que importa. Aunque hablaran de la contribución que ellos podrían aportar individualmente, no creemos que el resultado sería perceptible.

Vamos a ver, nos estamos poniendo un poco pesimistas. Lo que pensamos es que la gente que actúa bien en sus vidas, no pueden hacer mucho más. Irónicamente esta es la gente que menos puede contribuir a un PR mejor. Es la gente que obra mal la que sí puede cambiar la realidad de PR si ellos cambian de actitud ante la vida y cambian sus conductas. Lo más irónico aún es que si la gente buena se fuera del país, la gente mala no tendría más remedio que irse también ya que no tendría gente para engañar y venderle droga, por ejemplo. Así que podríamos llegar a la conclusión de que si eres alguien bueno que contribuye al crimen siendo un cliente, mejor es que te fueras, ésa sería tu mayor contribución.

Cuando se habla de que el país pierde con la gente que se va, normalmente la gente habla de los profesionales. Dicen que es una pena que formemos a profesionales para verlos irse a trabajar fuera de PR. En líneas generales, pensamos que tienen razón, que sería mejor que los profesionales se quedaran. Sin embargo, el virus de la corrupción afecta a la gente, profesionales sobre todo, en cuanto llegan a una posición de poder. La gente joven profesional que es buena, no lo es tanto en cuanto son nombrados en un puesto en donde sus decisiones están relacionadas con dinero, con fondos públicos, por ejemplo.

Debemos acordarnos de que todos estos políticos corruptos eran una vez jóvenes idealistas que se esforzaban en sus carreras profesionales. En cuanto tuvieron la oportunidad de beneficiarse económicamente o adquirir influencias y poder, vendieron su alma al demonio y se olvidaron de los demás.

En el artículo no salen dos puntos que creemos importantes:

1.- El hecho de irse de PR no significa que no se pueda contribuir a la isla. Si el que se va mantiene sus lazos con la isla, aparte de los emocionales con familiares y amigos, puede contribuir a mejorar la calidad de vida de sus compatriotas por muchos caminos diferentes.

2.- La mayor contribución que cambiaría la realidad de la isla sería que los que destruyen se fueran. Esto sí que haría una diferencia enorme. Por eso proponíamos hace unos días, medio en broma, que todos los delitos se penalizaran con el exilio. Ojalá pudiéramos exportar a los malhechores.