El nuevo congreso de los EE.UU. de mayoría republicana ha retirado el voto simbólico a nuestro comisionado residente, Pierluisi. El voto simbólico había sido otorgado por el congreso demócrata cuando entró Obama en la Casa Blanca. Puerto Rico no fue la única perjudicada con la decisión republicana, ya que también perdieron el voto los territorios de Guam, Samoa, Islas Vírgenes, Islas Marianas del Norte e incluso Washington D.C.
Como ya sabrán nuestros lectores, mientras Luis Fortuño se alinea con los republicanos, Pierluisi lo hace con los demócratas, por lo que la cosa tiene un poco de morbosidad al respecto. Según un detractor de Pierluisi: “De todas maneras, no tenemos que echarnos las manos a la cabeza ya que el voto de Pierluisi no servía de mucho. Aunque hubiese sido un voto con todo su peso, tampoco hubiera hecho mucho con él”.
Así que volvemos a la situación de costumbre: un supuesto representante en Washington con voz pero sin voto. Ni siquiera simbólico. Simplemente algo así como un alma en pena que deambula por las oficinas de los representantes y senadores americanos pidiendo limosna. El comisionado residente es en verdad una metáfora hiperbólica de un drogadicto que pide limosna en una luz de tráfico. El cargo de comisionado residente se ha ido devaluando con el paso de los años. Ya no es mucho más que un reportero que nos informa cómo van las cosas por el capitolio estadounidense. No mucho más que eso. No debería cobrar tanto de salario.
¿Todavía hay alguien que piense que no somos una colonia?
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