Al parecer, la Middle States Commission está muy atenta a lo que pasa en nuestra islita. Tiene los oídos abiertos a las opiniones de las diferentes organizaciones que tienen algo que ver con la UPR, ya sean de estudiantes, profesores y personal no docente. En El Nuevo Día salió hoy la noticia siguiente: Ayer el director de comunicaciones de la Middle States, Richard Pokrass, confirmó a El Nuevo Día que debido a que la respuesta institucional al informe se considera una extensión ulterior del proceso de evaluación, “debe involucrar a los diversos sectores de la institución según corresponda a las áreas pertinentes, y debe compartirse con ellos”.
Hace menos de una semana, José Ramón de la Torre le envió el informe que sirve como respuesta oficial de la UPR a la evaluación que la comisión acreditadora le entregó a la UPR en septiembre, en la que se puso en probatoria a 10 de los 11 recintos universitarios.
Siguiendo la pauta de no oír a nadie, o de oír sin hacer caso, el presidente de la UPR decidió enviar la respuesta oficial sin discutirla con la Junta de Síndicos ni con la comunidad de estudiantes, profesores y personal no docente. ¡A estas alturas, ninguno de estos organismos ha visto el informe! Según El Nuevo Día: “La decisión de atrasar la presentación del informe recibido también es contraria al Plan de Acción que la UPR sometió a la Middle States para atender sus deficiencias. En ese plan la UPR aseguraba a la agencia que iba a mejorar los canales de comunicación con los diversos sectores de la comunidad universitaria”. Le aconsejamos a la comisión a que espere sentada para no cansarse mucho.
Lo interesante de esto es que la comisión ya había identificado en su informe evaluativo de septiembre que una de las deficiencias era que la administración obraba de manera despótica, sin importarle el consenso. Con esto, José Ramón de la Torre ha demostrado: 1.- que no es sabio ya que no rectifica su actitud; 2.- que está viejo para el cargo, a estas alturas de su vida no se le puede pedir peras al olmo, en este caso, que comience a escuchar a los demás (no extendemos la opinión a la población de personas mayores con dos dedos de frente).
El señor Pokrass está recibiendo una muestra de la intolerancia y despotismo de la administración universitaria, y en las siguientes palabras podemos notar que se le están comenzando a inflamar sus anglosajones testículos: “En este momento no clasificamos lo que ha ocurrido como una violación de la política de la Comisión sobre comunicación pública durante el proceso de acreditación. En cambio, lo describiría como una mala interpretación de la política”, afirmó Pokrass (El Nuevo Día). Como director de comunicaciones de la Middle States Commission, este hombre nunca dejará escapar una palabra soez ni ningún aspaviento, simplemente se dedicará a comunicar la desacreditación de la UPR de la forma más suave y delicada posible. Ya está apuntando a la UPR con la pistola y ahora está atornillando el silenciador.
No nos cabe duda que si fuera por él, y la comisión en pleno, desacreditaría a la UPR ahora mismo, pero sabe que tiene que echar mano a su flema anglosajona por ahora. Le ha advertido a de la Torre que sospecha que sus planes son de presentarle el informe de su respuesta oficial a la Junta de Síndicos y demás organizaciones después del 18 de noviembre, día que se reúne la comisión para dictar sentencia, y le advierte que no debe hacerlo y compartir el informe lo antes posible.
Pero claro está, ¿cómo va a enseñar un informe lleno de falsedades y medias verdades, con datos manipulados a diestra y siniestra? Sólo esto explicaría el secretismo del informe de la administración. En cuanto presente el informe, las pocas personas honestas que quedan en la Junta de Síndicos (y los que intenten salvarse distanciándose de las patrañas del informe) y las organizaciones de estudiantes, profesores y personal no docente comenzarán a desvelar todos los embustes.
Lo irónico es que al final, con la desacreditación, saldremos todos perdiendo, incluso la misma comisión, que habrá sido incapaz de hacer valer sus peticiones a la UPR.
Es una situación realmente increíble a la que hemos llegado. Y todo por la incapacidad de la administración. Sólo baste recordar cómo consiguió el cargo de la Torre.
Si nos ponemos a buscar conspiraciones, se podría sospechar que todo este despotismo y falta de ganas de arreglar nada sea al fin y al cabo una política coordinada por el gobierno para que desacrediten a la UPR, y justificar el desmantelamiento de la única universidad pública del país.
En estos momentos, se rifa la desacreditación y José Ramón de la Torre ha conseguido comprar todas las papeletas. Lo que no sabemos es si lo ha hecho por imbécil o en su papel de verdugo de la UPR, cumpliendo con su función de marioneta gubernamental.
Le aconsejamos a la comisión que tire por la calle del medio y en lugar de desacreditar a la UPR, desacredite a la administración universitaria por entero, y de alguna manera se haga cargo de la institución, ya que ellos han sido los únicos que han demostrado tener una cabeza sobre los hombros. Lamentablemente dudamos que la comisión pudiera hacerlo, pero ojalá lo hiciera.
Fuera con la administración, fuera con los rectores, fuera con la Junta de Síndicos. Parece que sólo nos queda soñar.
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