Al oír que de ahora en adelante los patronos no van a retener contribuciones a los empleados que ganen menos de $20,000 al año, Juan Sinsuerte se arrodilló ante su jefa y le rogó que le rebajara 1 dólar y un centavo de su salario anual de $20,001.
Ni corta ni perezosa, la jefa de Juan le pidió a cambio que le trajera un café con leche, recado que Juan hizo con mucha alegría.
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