Que el gobierno diera tres días de luto por la muerte del teniente José Córdova Montañez nos parece un tanto exagerado, sin quererle faltar el respeto a esta tragedia ni a este señor. Tres días de duelo se le otorga generalmente a alguien conocido por el país entero. La desproporción no puede ser más clara entre este caso y el caso de la muerte de Juan Mari Brás, a quien el gobierno ni siquiera le otorgó un día de duelo, ni una bandera a media asta. Simplemente por sus ideales políticos. Indiscutiblemente Mari Brás dedicó su vida entera a amar a nuestra tierra. Paradójicamente, con su desidia hacia alguien como Mari Brás, nuestro gobierno demuestra así su propio fanatismo.
La desproporción en las actuaciones del gobierno es una de las claves que lo descalifican como un buen gobierno. Incapaz de superar sus ideales y agendas particulares no pueden llegar a ser un gobierno realmente para todos y de todos.
No estaría mal que también se les dieran días de duelo a las víctimas de los policías. Junto al día del Buen Trato, hubieran establecido un día a las víctimas inocentes de nuestro país, ya haya sido a manos de mafiosos o de policías que abusan de su poder.
La serie de honores que el gobierno le ha dado al teniente asesinado nos huele a un intento de aprovecharse de las circunstancias para limpiar un poco la imagen de la policía. Hacer de este hombre un héroe no tiene más objetivo que contrarrestar los casos recientes de abuso de poder de la uniformada. No sabemos si la familia se dé cuenta de esto, y entendemos que en su dolor no tenga más remedio que aceptar los honores. Pero en El Coquí Cojo también vemos que el gobierno está profanando y utilizando al teniente para sus propósitos políticos. Es una pena. Si le hubieran dado un día de duelo, y sólo como representación ejemplar de la colectividad de los policías caídos defendiendo la justicia, hubiera sido suficiente y honorable. El darle tres días y darle una promoción póstuma realmente desvirtúan la tragedia.
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