El superintendente de la policía emitió la siguiente arenga a sus huestes: “Hoy la Policía de Puerto Rico se levanta luego del arresto de muchas personas que utilizaron nuestro uniforme como herramienta para llevar a cabo acciones ilícitas. Como mencioné ayer y seguiré diciendo, estas personas no representan ni representarán el honor ni el valor de portar nuestro uniforme. Estos criminales nunca fueron policías. Los verdaderos policías, los hombres y mujeres que se levantan a diario para servir a nuestra Isla arriesgando su vida, son los héroes de este capítulo. Confío plenamente en cada uno de ustedes y estoy seguro de que estos sucesos solamente nos fortalecerán”.
Muy bien el discurso, pero según nuestra opinión, se le olvidó decir:
“Que nadie vaya a pensar que se llevaron a todos los corruptos de nuestras filas, todavía quedan muchos entre nosotros. Les recuerdo que es el deber de cada uno de ustedes denunciar a los policías corruptos porque no podemos permitir que sigan destruyendo nuestra institución y nuestro honor. Los policías corruptos nos están robando la confianza del pueblo que se supone que protegemos. Al igual que los policías honrados se juegan la vida cada vez que se ponen el uniforme, es nuestro deber denunciar a las manzanas podridas aunque nos cueste la vida. Tenemos que recuperar la confianza de nuestro pueblo, ésta es la prioridad en estos momentos”.
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