Cuando los intereses personales lo ameritan, el dinero sale hasta de las alcantarillas. Lo hemos visto una y otra vez. Es típico de las administraciones corruptas que no tienen en cuenta el bienestar de sus ciudadanos (en este caso estudiantes) a menos que concuerde con sus objetivos personales. La falta de dinero, razón principal que blande la administración universitaria para la “toma de medidas urgentes”, deja de serlo cuando la misma administración se da cuenta de que será la víctima de sus propios esfuerzos, o cuando los intereses personales de alguno de ellos dejan de ser prioridad para la institución a la que se ha tristemente defendido a capa y espada.
Ana Guadalupe es un ejemplo de texto de ello. En estos momentos, ella está peleando con uñas y dientes para conservar su puesto de rectora del recinto de Río Piedras y sabe que su imagen ante el estudiantado es desastrosa.
Obviamente, en El Coquí Cojo nos alegramos que el dinero se utilice para algo que repercutirá directamente en la calidad de la vida estudiantil, pero tenemos nuestras reservas del “timing” del anuncio. Es fácil oler la urgencia de Ana Guadalupe de mejorar su imagen ante los estudiantes. Ella sabe que una de las razones principales, si no la principal, por la que posiblemente no sea elegida es la antipatía que se ha ganado de los estudiantes durante la huelga estudiantil. Ana Guadalupe cometió un grave error al optar por servir de marioneta de la administración central (a su vez marioneta del gobierno). Ana Guadalupe pensó que defendiendo los intereses de José Ramón de la Torre y la junta de síndicos, se aseguraba la recompensa de la permanencia en su cargo, pero al entender su error (por lo menos de haber defendido los intereses institucionales tan radicalmente, sin dejar la más mínima impresión de haber tenido en cuenta las necesidades de los estudiantes), se encuentra ante la triste realidad de que al haberlo hecho desde un puesto INTERINO lo que realmente consiguió fue colocarse como el valioso chivo expiatorio que José Ramón de la Torre y secuaces necesitarían en un futuro cercano (léase ahora). Con esto no queremos decir que la administración universitaria tenga intenciones honorables de arrepentirse, es simplemente una movida política: la de seguir con la agenda de mermar el sistema de la UPR mientras presenta maniobras de evasión que se interpreten como propósito de enmienda, de limpiar la casa de administradores antiestudiantiles (José Ramón quizá calcule que se reafirma en su cargo con el despido de Ana Guadalupe, pero luego quizá el gobierno haga lo mismo con él, un buen ejemplo del pez grande comiéndose al pequeño).
Sin embargo, el despido directo de Ana Guadalupe no es posible ni beneficioso para la administración central. Hay que seguir el proceso establecido, lo que le da un poco de espacio de maniobra a último momento a Ana Guadalupe. Y al verse con el agua al cuello, y dándose cuenta de que se arrimó al árbol equivocado, llega la hora de las medidas extremas. Bueno, no tan extremas, más bien la hora de las medidas populares ante el estudiantado. Y eso de probablemente adelantar el anuncio de cualquier obra de mejoramiento de las instalaciones universitarias de su recinto (él único que le interesa en estos momentos) va muy bien.
Otra de las sospechas es que esto se anuncie tres meses antes de que cada estudiante tenga que pagar la nueva cuota de 800 dólares, que la administración defiende como necesaria para aminorar el déficit presupuestario. La cuota es el motivo principal de que reviente una nueva huelga en enero. El dato es importante, 7.9 millones de dólares (gasto de las mejoras anunciadas al centro de estudiantes, casi de seguro terminarán siendo el doble o el triple) representa el equivalente a 9,875 pagos de la cuota. En otras palabras, es el equivalente de bajar la cuota de 800 a 671 dólares para todos los 61,565 estudiantes, lo cual podría, junto a algún acuerdo con las organizaciones estudiantiles, bajarla a 400 ó 500 dólares y evitar la posible huelga, y mostrar buena voluntad al mismo tiempo.
Dudamos que esto pase teniendo en cuenta la intransigencia mostrada hasta ahora por la administración. Además, aunque la actitud cambiara, en estos momentos los intereses de Ana Guadalupe y los de la administración central no concuerdan. Esto es lo que ha cambiado. A la administración le conviene echar a Ana Guadalupe y empezar con alguien nuevo que aplaque al movimiento estudiantil y Ana Guadalupe está peleando por su puesto y quizá por devolverle un par de golpes a la administración que obviamente la ha utilizado.
Ana Guadalupe tiene un par de circunstancias a su favor. Primera, los muertos no pueden hablar, en este caso los muertos son los estudiantes que no pudieron entrar a la universidad por el descenso radical en las admisiones. Así que ésos no le importan a Ana Guadalupe. Los que le importan son los que entraron. Segunda, que éstos no saben muy bien de qué se trató la huelga y que en estos momentos ven las obras del centro universitario como su primera experiencia con ella. Recordamos que el centro de estudiantes está al lado de Estudios Generales y son los estudiantes de nuevo ingreso los que se beneficiarán enormemente de las mejoras. A Ana Guadalupe le ayuda el hecho que los estudiantes nuevos no saben muy bien (por no tener referencias de lo que era antes Estudios Generales) que están recibiendo una educación inferior dada la eliminación de un 30% de secciones, el aumento del número de estudiantes por salón, el despido de profesores jóvenes que llevaban el peso de las actividades académicas y extracurriculares nuevas ante la apatía de la inmensa mayoría de profesores con permanencia (el Coquí Cojo celebra las excepciones), y tantas otras cosas. (No nos podemos imaginar que un profesor con permanencia que lleva 30 años en el sistema vaya a proponer y organizar un concierto de grupos musicales formados por los estudiantes o una exposición de las obras artísticas de los estudiantes en colaboración con algún museo de la isla. Queridos lectores, esto lo hacían los profesores sin permanencia en su gran mayoría).
Apartándonos un poco de los intereses de Ana Guadalupe, nos damos cuenta que es muy curioso que siempre salga dinero para obras universitarias, o fondos para programas estudiantiles, justo antes de la imposición de nuevos cargos o aumentos de tarifas estudiantiles. La excusa administrativa para justificar los gastos que deciden llevar a cabo es que los fondos proceden de fuentes diferentes, y por lo tanto requieren proyectos de índoles específicas. Pero por otra parte, no podemos evitar ver todo esto como excusas insuficientes, el dinero es dinero, y si falta dinero para recontratar a buenos profesores, con doctorados recientes y energía suficiente para crear los supuestos nuevos cursos y programas académicos que la misma administración, con la Middle States Commission a la espalda, siempre nos está diciendo que son necesarios para la certificación del sistema universitario, es insostenible que haya dinero para mejorar el centro de estudiantes.
Tampoco concuerda que el número de estudiantes sufra una merma de 4,104, un 6.25% del total, causado en gran medida por la decisión de disminuir las admisiones en más de un 30%, y que por otro lado se mejore el centro de estudiantes. Pero existe una razón interesante: como hemos advertido en varias ocasiones, en El Coquí Cojo prevemos el cierre de varios recintos en cuanto el número de estudiantes baje por debajo de alguna cifra pre-planeada por la administración (que ignoramos pero podríamos estimar a ojo de buen cubero en unos 50,000, que según el paso del descenso de un 6.25% de estudiantes ya sufrido, hemos pronosticado para agosto de 2012). Es fácil saber qué recintos están en la lista negra: los que no están recibiendo dinero para estructuras o programas académicos nuevos. Hace una semana se anunció una inversión substancial en el recinto de Carolina, y Río Piedras es sagrado al ser el recinto principal del sistema. En el área metropolitana, el recinto con todas las papeletas para el cierre es Bayamón.
El remozar e incluso aumentar las instalaciones del centro de estudiantes de Río Piedras, cuando el número de estudiantes de este recinto va en rápido descenso, nos hace concluir que la administración está preparando la futura consolidación de estudiantes que se queden sin recintos (Bayamón casi de seguro; quizá Humacao, que tendría a Cayey como alternativa secundaria) a Río Piedras.
En fin, ojalá nos estuviéramos equivocando, pero las señales que vemos son demasiado obvias hasta el momento.
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