Querido Don José:
Quisiéramos saber a quién debemos invitar a una de nuestras manifestaciones estudiantiles para que le pida de inmediato su renuncia y usted le escuche.
Empezamos a creer que es usted tan incapaz que ni se da cuenta de que si renunciara a su cargo, el país entero lo celebraría. Que la fiesta serían tan grande que hasta el Carnaval de Río de Janeiro se quedaría olvidado en la historia…
Por favor, díganos a quién usted le haría caso… que nosotros lo invitamos en seguida a que venga a la Torre de la UPR y que le pida que se vaya ante las cámaras…
¿Sería el Papa suficiente? ¿Obama? ¿Vargas Llosa, por ser premio Nobel de Literatura? Si hace falta, le traemos a alguien muerto que usted de verdad admire… lo sacamos de la tumba y lo traemos ante las cámaras para que de alguna forma le pida la renuncia…
Y si de alguna forma podemos ayudarle a que supere la sordera, le compramos el aparatito o lo que hiciera falta sin problema alguno.
¡Que no dude que nosotros iríamos al fin del mundo si conseguimos que usted renunciara de una vez!
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