Supongamos que los estimados de la administración se cumplan. Esto quiere decir que con la cuota, la población universitaria baje a unos 50,000 estudiantes. Manteniendo las restricciones en el número de admisiones que comenzaron el pasado agosto, más los que se gradúen en mayo, tendremos que para el próximo agosto, la población estudiantil bajará aún más, a unos 45,000 estudiantes en todo el sistema universitario.
En otras palabras, desde que entró el nuevo gobierno, la UPR habrá pasado de más de 68,000 estudiantes a unos 45,000. Una reducción de aproximadamente un 33%.
Los $400 de cuota semestral que los 45,000 estudiantes pagarán el próximo otoño representará el equivalente a 22,500 pagos de matrícula, que coincide de una manera muy sospechosa con los pagos de matrícula perdidos con el éxodo planeado y fomentado en los estudiantes.
¡Qué coincidencia! Así que cuando calcularon que los estudiantes pagaran $800 anuales de cuota ($400 por semestre) se debió a la simple operación matemática de mantener los mismos ingresos por razones de matrícula pero con 22,500 estudiantes menos en el sistema.
Los argumentos de que la cuota era debida al déficit presupuestario heredado de la administración anterior, o por el colateral del préstamo con el Banco de Fomento, o por la Ley 7, o lo que fuera, eran simplemente mentiras. De lo que se trataba era de compensar el esperado y calculado éxodo de estudiantes.
Ahora entendemos el porqué la administración siempre se opuso a recalcular la cuota a partir de los nuevos programas de becas y fondos que salían por doquier. Claro, por esto nunca se comprometieron a que estos programas tuvieran un plazo de vigencia, ya que sabían que en cuanto consiguieran instaurar la cuota de forma permanente, todos estos programas desaparecerían.
Tan sencillo como eso.
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