¿Por qué los estudiantes se tapan el rostro con ropa?
Porque al que identifican le persiguen judicialmente después. La rectora de Río Piedras es una de las personas más vengativas que existe en el planeta. Luego les presentan cargos, aunque no hayan hecho nada ilegal, y no los dejan volver a la universidad. Con esas represarías intentan intimidar a los estudiantes.
Y encima, la administración dice en los medios que los que se tapan son unos terroristas. Todo es un juego para ellos, los administradores han vendido el alma al diablo hace mucho. Presentan una imagen de gente respetable ante las cámaras, pero no tienen escrúpulos para arruinarles la vida a los chicos y chicas que simplemente están defendiendo sus derechos a discrepar.
Por ejemplo, Ana Guadalupe. La mayoría que la ve en la televisión piensa que es una mujer sensata. Pero la realidad es que presenta todas las características para ser la dictadora de cualquier república bananera. Odia a los que discrepan con ella, y tarde o temprano se venga de ellos. Quizá por ello nadie se atrevió a quitarla de la rectoría.
Y el caso de don José es otro disparate. El hombre se hace el tonto cuando le conviene. El otro día mencionó una frase que decía su abuela. Vamos, ¿de qué siglo estaba hablando? La UPR no existía en tiempos de su abuela. Y ahora, parece que él quiere que todo vuelva a los tiempos de su abuela, y lamentablemente, puede que lo consiga.
Y la Ygrí, que según medio mundo se niega buscar ayuda a la Legislatura. A esta señora nadie la moverá de la posición intransigente en la que se encuentra. Antes se helará el infierno que cambie de opinión.
Vamos, que el TRIUNVIRATO es el ejemplo más diáfano de lo que no debe ser una administración universitaria, que ante todo requeriría de individuos con una disposición propicia al entendimiento y a la negociación. Si cualqiuera de ellos hubiera sido el emperador japonés en 1945, ni las dos bombas atómicas le hubiera convencido de rendirse, no hubiera quedado un japonés vivo.
Da mucha pena, cómo la gente menos acorde con los cargos que ocupan llegan a ellos gracias a otros incompetentes. Si dirigieran un barco, no nos cabe duda que buscarían el iceberg más grande posible para estrellarse contra él. No nos sorprendería que fuera el abuelo de don José el que conducía el Titanic.
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