Un amigo de El Coquí Cojo nos indicó que en la noticia titulada La UPR: ¿la historia de una muerte anunciada? se nos olvidó mencionar las medidas de recorte presupuestario tomadas el pasado agosto, como por ejemplo, la reducción de salario a los profesores, y cortes en el presupuesto de varios programas del personal docente, como por ejemplo, el presupuesto para conferencias, etc. Tampoco mencionamos las medidas tomadas contra el personal no docente en cuanto a días de vacaciones, por enfermedad, etc. Lo curioso de estas medidas es que fueron tomadas con un componente obvio de castigo a las comunidades (profesores y trabajadores) que apoyaron, en una forma u otra, a la causa estudiantil durante el primer episodio huelgario.
En otras palabras, la administración universitaria sí sabe actuar cuando su incentivo es penalizar a los que discrepan con ella. Si la eficiencia administrativa depende de su sed de venganza, estamos peor de lo que pensábamos. Sin embargo, creemos que la evidencia es bastante clara. La cuota fue sin duda alguna ideada como aguijón venenoso como despecho por la "derrota" de la administración en la huelga de mayo (vamos, como un puñal que se entierra en el pie del enemigo cuando ya uno ha caído delante de él). Por otra parte, que sepamos, ninguno de los cargos altos administrativos ha sido víctima de ningún recorte, y los 3 vicepresidentes siguen ahí a pesar de las críticas…
Tampoco nos queremos olvidar de los centenares de profesores de contrato de servicio completo que no fueron recontratados, a pesar de que en ellos descansaba la labor mayoritaria en lo que se refiere a programas académicos innovadores y actividades sumamente importantes ya que constituían la población más joven de profesores, individuos con ganas de mejorar el sistema educativo. SIn lugar a dudas, la UPR ha perdido mucho con su despido.
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