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Oct 2, 2010

Falsa alarma, el Papa no viene

Muchos se ilusionaron a ambos lados del Atlántico (Puerto Rico y República Dominicana) cuando el obispo de La Vega, monseñor Antonio Camilo González, anunció que el Sumo Pontífice visitaría esa ciudad en nuestra hermana quisqueyana en el 2011 para conmemorar el quinto centenario de la fundación de la diócesis de La Vega. El monseñor también incluyó en el paquete turístico del Papa a Santo Domingo y San Juan ya que sus diócesis también celebran cinco siglos de “campaña religiosa”. El Coquí Cojo, ni corto ni perezoso, envió a uno de sus reporteros al Vaticano. La entrevista fue concedida por su excelencia que junto a su mano derecha, el cardenal Pío Santo de María, nos atendió muy amablemente:
-       Buenas tardes, su Excelentísima Santidad. Como usted sabe, hace unos días se produjo gran revuelo cuando un monseñor dominicano anunció que su Santidad visitaría la República Dominicana y Puerto Rico el próximo agosto.
-       Siento mucho que todo esto haya sucedido, la verdad es que los feligreses tienen que tener cuidado con lo que dicen los monseñores, como sabe todo el mundo son unos mentirosos.
-       ¿Cómo que mentirosos? ¿No se supone que digan la verdad?
-       Bueno, se supone, pero hay que entenderles, son más políticos que sacerdotes. Tienen mucha presión, aquí en el Vaticano tengo un equipo que sigue con cuidado las estadísticas de cada diócesis, y si alguien quiere ascender en el puesto, tienen que respaldar su candidatura con datos. Verá usted, el problema que tienen los monseñores es que yo soy el que los asciende, no el pueblo. Por lo tanto me tendrían que engañar a mí, lo cual, modestia aparte, es casi imposible, y no lo digo porque según la teología yo sea infalible, es simplemente que yo soy mucho más listo que todos ellos juntos.
-       Pero si al que tendría que engañar el monseñor dominicano es a usted, entonces ¿por qué le mintió a sus parroquianos?
-       Muy sencillo, entre todos los parámetros estadísticos que llevamos existe uno que se llama “poder de convocatoria al pueblo por medios inmorales”. El monseñor Morales ha demostrado gran habilidad al respecto, este coeficiente lo tiene muy alto. También tiene una nota alta en el parámetro “control de los medios”, que como usted ha podido comprobar, le hicieron caso sin problemas.
-       Pues debo confesarle que me tiene muy sorprendido con todo esto. Sino que tienen un equipo siguiendo el desempeño de sus filas. Es muy curioso.
-       Pues fíjese, nuestras estadísticas son mucho más completas que las que se llevan en el baseball, así que se puede imaginar.
-       Pero yendo al grano, se ha dicho que usted ya tenía planes de visitar a España en agosto del 2011 y sus medios de comunicación han dicho que usted no planea ir a lugares tan lejanos como Puerto Rico dada su edad. Sin embargo, usted fue a Australia, que está tres veces más lejos que nuestra isla. ¿Debo entonces concluir que sus medios también mienten?
Aquí su Santidad echó una carcajada que hizo templar las columnas salomónicas de San Pedro.
-       ¡Pues claro que sí! ¡Cómo no vamos a mentir! ¿Cómo cree usted que sigamos vivos después de dos milenios? Los medios son los medios. Y nuestros medios son muy buenos… Voy a España porque me apetece, ¡eso es todo! Me encanta el vino de Rioja, y Madrid está vacío en agosto y se puede pasear con mi Papamóvil sin problemas.
-       Entonces… ¿puedo asumir que hay razones tan triviales para no visitar Puerto Rico en agosto del 2011?
-       Me alegro al ver que usted no es tonto, coge las cosas al vuelo. ¿A lo mejor quisiera ser monseñor?
-       Pues… yo nunca me lo había planteado...
-       Pues fíjese, quizá el sueldo no sea muy alto, pero los privilegios no tienen par… Aunque la verdad, ¿no se da cuenta lo fácil que me ha sido desviar la entrevista?
-       ¡Es usted un maestro! Pero volvamos al tema, ¿hay razones un tanto mundanas para rechazar venir a Puerto Rico? Le recuerdo que celebramos cinco siglos de la diócesis de San Juan.
-       Sí, hay muchas razones, algunas de ellas son:

·         Visitar Puerto Rico en agosto es como bajar a los infiernos, lo digo por el calor. Y como lo más probable es que allí termine, prefiero no saber lo que me espera.
·         Me han dicho que la probabilidad que me asesine un policía es casi tan alta a que me asesine un loco, y como sabe, estaría rodeado de policías por todos lados, así que la cosa es demasiado peligrosa.
·         Me han informado que en cada luz hay pobres y drogadictos pidiendo limosna, y que muchos limpian sin permiso los cristales de los autos. Así que por un lado no quiero la foto donde saldría yo en mi Papamóvil con pobres pidiendo al otro lado de los cristales, y mucho menos una foto donde se les vea limpiándome los cristales, que el Papamóvil es todo cristal. Sería muy mala publicidad para mí.
·         También me han dicho que Puerto Rico está lleno de estudiantes universitarios furibundos, que de seguro aprovecharían mi visita para hacer manifestaciones. Luego vendrían los policías apertrechados hasta los dientes y disiparían a los estudiantes a macanazo limpio. Vamos, ¡que parecería que estuviéramos al comienzo de la diócesis hace 500 años con las batallas entre españoles y taínos! Además siempre habría algún reportero listo con el titular “Nada ha cambiado en 500 años, la Iglesia sigue siendo fuente de discordia”.
·         Los informes que tenemos de Puerto Rico no son muy halagadores, como usted sabe la isla está infestada de iglesias protestantes y lo que es incluso peor, cultos muy raros, como el del tipo que se cree mesías. Imagínese que ya hemos discutido si merecería la pena cerrar nuestro kiosco en Puerto Rico.
·         Quizá una razón importante es que no me gusta el mofongo, y sé que a mi predecesor le llenaron la barriga de mofongo. Como uno no se puede negar a las atenciones de los anfitriones, saldría muy fea la foto negándome a comer algo o comiendo con cara de asco, y sabemos que me van a poner un plato de mofongo cada vez que me siente a la mesa. Hay muchas más razones, pero ya estoy cansado de la entrevista. Espero que le haya sido útil.
Nuestro reportero salió del Vaticano un tanto desmoralizado. ¡Las cosas que hay que ver! Obviamente habrá que esperar a que otro Papa esté en el cargo para que nos venga a visitar.

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