La crisis de la UPR está a punto de terminar

Al parecer, la solución a la situación de la UPR está al caer. El gobernador mandó la retirada de las fuerzas de choque y declaró que la presencia policiaca irá desapareciendo en unos días.

Al parecer, el gobierno va a contribuir con 30 millones anuales que aplaquen, o incluso eliminen, la necesidad de la cuota. Sea lo que sea, la solución al conflicto parece al fin cercana.

La razón de todo: la cordura y sensatez del movimiento estudiantil. Digan lo que digan, los incidentes negativos han sido mínimos. El movimiento estudiantil ha sido ejemplar, ha sabido llevar la razón y el deseo de una negociación como estandartes de su causa.

Como habíamos dicho una y otra vez, la solución no vendría de la administración universitaria, vendría del gobierno, que como vaticinamos, se iría dando cuenta de las implicaciones electorales del conflicto universitario. Sea como sea, parece que nuestro gobernador también lee nuestro blog. No lo sabemos… pero nos gustaría.

En fin, ¿qué predecimos ahora? Si la cuota queda eliminada, sería señal que al gobierno no le importaría que la administración universitaria quedara como la gran estúpida. Un acuerdo con los estudiantes sin contar con la presencia de la administración señala públicamente la falta de confianza del gobierno a la administración universitaria, por lo que no nos extrañaría que las renuncias de don José y de doña Ygrí tuvieran lugar en poco tiempo. Vamos, si don José y doña Ygrí tuvieran algo de dignidad, renunciarían inmediatamente. Si no lo hacen por mantener las apariencias, lo harán en unas semanas…

Creemos obvio que un cambio de administración sería beneficioso para la UPR. Lo que no nos atrevemos a predecir es qué le pasará a doña Ana Guadalupe. ¿Se salvará? ¿Tendrá la valentía de dejar su puesto? Bien sabe ella que no cuenta con el apoyo ni de estudiantes ni de profesores (queremos decir una inmensa mayoría de ambos grupos no la considera apta para el cargo). Un cambio de rector sería muy beneficioso. Sería la señal de que la tolerancia y la actitud negociadora con los diferentes grupos que forman la comunidad universitaria volverían a ser requisitos fundamentales para dirigir la rectoría.